viernes, 30 de septiembre de 2011

¿Beso?



¿Beso?

La tarde me decía que la noche estaba como para lujuria. Llamé al amante de turno y lo invité como cada semana: unos tragos, algo de conversación y mucho sexo. Me produje, pues en nuestros encuentros siempre era divertido el que yo utilizara algún disfraz o me vistiera con lencería sexy. Lo recibí en mi casa, corsette y colaless negro, medias de malla, tacos de aguja. Entró, y por su cara pude entender que esa noche quería a la amiga y no la amante. Trajo comida, una botella de ron y cervezas. La mayoría de la noche se pasó entre sus interminables cuentos de tristeza,una que otra cerveza y yo pensando si en algún momento se le iba a quitar la cara de tragedia para poder atacarlo. Y se fue, a las 3 de la mañana me dio un beso en la cara y se fue.

Entre rabia y calentura y con unas cervezas en mi sistema, me recosté y encendí mi computador. Eran las 3 de la mañana ¿quién iba a estar conectado a esa hora un día en semana? Y de repente en la línea de tiempo:
       
                     Él: “Estoy aburrido...”
¡Oh por Afrodita! Sabía que vivía cerca y toda la maldad se apoderó de mí.
                     Mi respuesta: “Tengo ron, hielo y vasos, tú trae la Coca Cola, estoy aburrida también.”

Luego de un intercambio de mensajes directos, la cita estaba hecha. En tiempos de redes sociales ¿¡quién necesita el teléfono para hacer un “booty call”!? Llegó en poco tiempo, tomamos unos tragos y conversamos.

Sin advertirme se paró, me tomó entre sus brazos y me besó apasionadamente. Los dos sabíamos que no había ido a conversar. Lo conduje hasta mi pieza, donde tenía todo el plan de gozar egoístamente. No hubo queja al respecto. Besándonos lo desnudé, antes de que terminara de desvestirlo, su pene estaba completamente erecto y me invitaba a jugar. Pero esa noche, dónde el primer intento de lujuria había sido brutalmente frustrado, la maldad lujuriosa se me salía por los poros.
       
                     “Date una ducha” le dije mientras maquinaba en mi perversa cabecita.

¿Hasta dónde me dejaría llegar el caballero del “booty call? Verán, en esos días con mis amigas habíamos estado comentando el gran y famoso “beso negro” y la curiosidad me mataba. Siempre he dicho, en mi cama, después que los envueltos estén de acuerdo,TODO se vale.

Salió bañadito, olorosito y con su pene aún erecto. Ahí, de pie frente a la puerta de mi baño comencé a lamer el resto de agua que aún corría por su piel. Me encantaba mirar su cara y cómo disfrutaba cuando mi lengua rozaba por mi piel. Pequeños gemidos, me indicaron que le agradaba lo que estaba haciendo. Me alejé y de una me metí todo su pene erecto en la boca. No tracé camino, no hubo lamidas pretenciosas por zonas, todo y de una en mi boca. Jadeó mudamente. En cuclillas y frente a él, seguí con su pene en mi boca, lamiéndolo, succionándolo hasta le daba pequeños mordiscos.    
       
                             “Recuéstate”, le dije casi dándole una orden.

No esperó, se acostó y yo me subí sobre él. Me masturbaba con su rodilla, mientras lamía su cuerpo. El pensamiento del “beso negro” jamás me dejó y cómo esto era un aventura de una noche, poco o nada me importaba lo que el chico pensara de mí.

Bajé besando todo su cuerpo, besos pequeños, chupados y muy salivosos. Agarré sus testículos suavemente, cerraba sus ojos pero le pedí que me mirara. Lamí esos dos redondos y perfectos testículos, mientras lo miraba buscando una reacción. Gemía, y me miraba con una cara que combinaba el miedo con el placer. Busqué con mi lengua su NIE (si no sabe lo qué es escuche calle 13 “Fiesta de locos”) y abrió sus piernas, debí haber puesto una cara de perversidad extremadamente caliente porque lo único que me dijo fue: “¡ufff me encanta tu cara así!” Lamí toda esa área, no puedo negar que me daba miedo y asco seguir con mi lengua hasta su ano.

Con mi mano busqué un lubricador con sabor a frutillas que le encanta al “amante” cuando me hace sexo oral. Lo embarré, creo que le derramé entre sus testículos y ano la mitad del frasco. Le lamía los testículos y el NIE, y lo miré buscando aprobación para al fin darle su “beso negro”. Asintió con la cabeza, y yo obedecí: tensé mi lengua y la hice más fina y cómo si lo hubiera hecho muchas veces antes, lamí su ano.

He tenido muchos amantes y he visto miles de formas y maneras en los que ellos expresan el placer en sus caras. Diferentes intensidades, diferentes respuestas: pero este chico sobrepasó todo lo que alguna vez había experiementado. Se transformó, parecía jalea en mis “manos”. Abría sus piernas más para darme más superficie donde lamer. Me excité como una loca, podía sentir mi humedad convertirse en cascada, tenerlo así en esa posición ver como gemía y se retorcía ante mis lamidos en su ano me tenía a punto de orgasmear. 

Presionaba mi lengua contra su ano y éll se masturbaba violentamente;yo disfrutaba verlo hacer eso. Introduje un poco mi lengua en su ano repetidamente, como penetrándolo, y le introduje un poco mi dedo,paró de moverse. Hubo un gran grito, de esos sordos,que no salen de la boca y vi como su semen corría por toda su mano, que aún sostenía su erecto pene y lo exprimía para sacar cada gota de semen de él.

Tan excitada estaba que no necesité mas de dos o tres toques en mi clítoris para yo también orgasmear. Sentada allí en mi cama, mirándolo, sonreía triunfante. Me agarró por la cintura me tiro de guata a la cama y me dijo: “¿Te gustó estar en total control? Ahora me toca a mí.” Miré que su pene estaba tan o más erecto que antes, carcajeé, me dejé llevar. Pero eso ya es otra historia.


viernes, 23 de septiembre de 2011

Mi lengua es mi sensor de placer

 
Mi lengua es mi sensor de placer
 
Tengo una lengua desenfrenada, creo que tiene directa conexión con mi clítoris. Quizás eso justifique mi inclinación por bellezas distintas. No me excita la tonicidad muscular, ni alturas, ni formas. Me seducen las letras, las voces, las miradas, los dedos, y, si tienen la fortuna de besarme y su lengua me conecta, al unísono de las sensaciones en mis labios, mi boca también se humedece. Claro, que es la muy maldita la que se socarrona se deleita. Mientras mi otra boca devoradora permanece húmeda esperando que los dedos del macho se apiaden y lleguen a calmar tanto deseo.
 
En justo juiciosas papilas gustativas han sabido de aciertos, máxime cuando atrapan al macho que sabe hacer sinfonía entre mis piernas mientras me besa. En juicio justo una vez fue fallida.

Me gustaba ese hombre; pasaron meses de sutil coqueteo. Su voz en mi oreja era casi un ronroneo que alteraba la secuencia el sonido. Pocas veces no interpreté a mi antojo sus voceos, cada palabra era una provocación “quiero lamer cada pliegue de ti” “añoro beberme los néctares de esa flor carnívora que escondes” “déjame hurgar dentro de ti hasta que te desagües en mis dedos”… ¡Aja! A veces una imaginación exacerbada es una mala fortuna, lo mas probable es que el macho sólo declarará frases como “¿cuándo tiramos?” o “¡qué ganas de metértelo!” … pero, ¡Sí! necesito sentirme la consorte mas deseada del reino antes de coger como una perra.

Volviendo al macho, me encantaba descubrir como ese animal dormido se abultaba bajo su pantalón, amenazando con hacer explotar el cierre que lo aprisionaba, para fenecer hasta dejar mi boca destilando sus sabores. Dejé la maña de resistirme y sin siquiera haber atrapado el inicio de su lengua, acordamos cita.

Camino al rincón amatorio mis dedos se deslizaban sutilmente sobre esa presa que solo había visto “tras la vitrina”. Ahora cómplices podía zigzaguear bajo el cinturón, humedecer la yema de mis dedos con sus primeras humedades. Mi boca se habría furiosa de rabia, ella era la primera catadora de amantes. ¿Cómo mis dedos insolentes le privaban de sus deberes?  Y la calentura contenida no dio tregua posible,  a medio camino, se silencia el motor, desciende del auto y lentamente da media vuelta y su mano abre mi puerta. Bastó tenerle de frente para que sin mediar lenguas y palabras copuláramos como salvajes en una esquina desierta. Extasiada pero no vencida exigí llegar a puerto.

Que esa noche no usaba ropa interior ya no era sorpresa, y así, situada  frente a la cama, comencé a deslizar suavemente mi vestido dejando mis hombros a su vista. Acercó su lengua con algo de torpeza, cerré los ojos y contoneándome suavemente propiciaba dejar caer mi ropa hasta quedar desnuda para él, para  mi macho deseado. Mala sorpresa fue que sus dedos no supieron acariciar mis pezones, lejos de encenderme me provocaba ciertos dolores que fueran circundados como quien sintoniza las perillas de un viejo radio a pilas.. mal.. partía muy mal. Mientras las voces en mi cabeza repetían ¡aja! ¿y este hombre cuando al fin te besa? Y así de pie, me apostó en la pared y otra vez comenzó a penetrarme con ese enorme y delicioso bulto, que así, sin lengua sin dedos, sin olernos, sin salivas, me parecía el marrasquino abandonando la delicia del saboreo de un bizcocho de frambuesas y crema.

Le miré silenciosa… y tan sólo contados unos minutos me deslicé sin dejar de mirarle al baño. Cerré la puerta con cerrojo, saque el aparato difusor del agua desde la manguera de la ducha y dejé que el chorro tibio estimulara mi clítoris, que lamiera mis senos, que explotara en mi boca, que chocara violento en el socavón entre mis piernas… Gemí, sentí, gemí, orgasmié, gemí hasta quedar exhausta… Salí triunfante, él me esperaba desnudo sobre la cama, tome mi vestido, me senté a su lado, me observaba desorientado, le hable al oído: “Me gusta coger como maraca, pero son las putas las que no permiten que les besen la boca.” Cerré la puerta y le dejé a solas con toda su noche paga.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Ganadores #payasparalasperversas




 ¡¡Con las perversas los animao’s fueren payando, los ganadores con condones el cacho se va

Tercer lugar

@PanoramixD Panoramix
Brindo por el 18 y brindo por los amores, y pa los que son de ocasiones mejor son con condones #payaparalasperversas

 

Segundo lugar

@Kriticona CriticonaProfesional
Macho se cree el hombre cuando lo tratan de lacho, aunq la triste verdad es q apenas tiene un cacho! #payaparalasperversas

 

Primer lugar

@gegevilla Germán F. Villagrán
Quiero tomar chicha en cacho, quiero comer empaná, quiero bailar cueca brava, con una perversa encachá. #payaparalasperversas

 *5 cajas de condones lifestyle 3 unidades c/u

**retiro lo hacen en ahumada 370 oficina 602 de lunes a viernes de 11 a 17 horas**

viernes, 9 de septiembre de 2011

¿Quién se tira a quién?




Muchas veces los hombres hacen alarde de sus capacidades amatorias, cada vez que se habla de un posible encuentro sexual salen con frases tan chistosamente ridículas como “Si no te mato, te dejo tonta” o  “consíguete una silla de ruedas”.


El punto es que siempre consideran que son ellos quienes se llevan toda la pega y como si nosotras fuéramos simples espectadoras esperando ser llevadas a los cielos “a ver las estrellas”.


Este caso no fue distinto, planeamos un encuentro sexual y evidentemente mi galán, siguiendo la linea común de los galanes, casi me manda a elongar un mes antes para evitar contracturas por las miles de posiciones sexuales que íbamos a realizar en esa noche de sexo. No les voy a mentir, le tenía fe al chiquillo y eso, lejos de dejarme pasiva, me desafió...


¡¡¡Veremos quién se tira a quién... si el galán a la Perversa o la Perversa al galán!!!


Llegamos al motel y comenzamos a besarnos. Poco a poco fui desvistiéndolo, le sacaba una prenda a él y me sacaba una prenda mientras nos comíamos a besos.
A él lo dejé completamente desnudo, yo me quedé con mi lencería de encaje sexy que hacía ver mis pechos excitados y listos para él.


Comencé a besar y a mordisquear su cuello y sus orejas. Bajé con mi lengua por su pecho, me detuve en sus tetillas y las chupé un rato. Seguí bajando por su abdomen con mi lengua, jugué mucho rato al rededor de su pene, sin tocarlo, seguí chupando sus muslos, sus piernas, bajé hasta sus pies y volví a subir. Su excitación era evidente, sin embargo, mi juego aún continuaba.


Me fuí a su espalda, la lamí, la mordí, la besé, puse mis pechos en ella y lo masajeé, mordí suavemente su nuca, lamí su cuello, volví a su pecho y bajé hasta su pene.


A esa altura estaba completamente erecto y duro. Comencé a lamerlo, a chuparlo, mi lengua jugaba y mi boca lo devoraba, al mismo tiempo lo masturbaba, lo pasaba por mis pechos, lo lamía, él disfrutaba, gemía. Se retorcía, quería tocarme pero yo no lo dejaba, cuando noté que ya no daba más y que estaba a punto de acabar, dejé de saborear su pene y lo puse a jugar con mis pezones, estábamos tremendamente excitados. Se comía mis pechos, bajaba a mi vagina, su lengua se convirtió en la mejor amiga de mi clítoris, ¡¡¡¡qué manera de entenderse!!!!

Cuando la calentura se tornó insostenible, me subí sobre él y comencé a “poseerlo” (sí, las mujeres también los hacemos nuestros). Comencé a moverme despacito primero, después fui alternando con embestidas más fuertes, me movía en círculos, de arriba para abajo, lento, fuerte, le puse mis pechos en su boca para que los succionara. Los gemidos eran el fiel reflejo de todo el placer que estábamos sintiendo, cuando ya no dábamos más, comencé a moverme cada vez más fuerte y sin parar, hasta que acabamos, fue un orgasmo largo, rico, de esos que te dejan con un cosquilleo por todo el cuerpo cuando terminas.


Nos recostamos uno al lado del otro, hablamos, reímos y mientras estábamos en eso y recuperando fuerzas para la segunda parte yo pensaba, finalmente, ¿quién se tiró a quién?