viernes, 24 de agosto de 2012

Perversa engañada, macho humillado

 
 
Recuerdo esa mañana, mi jefe me pide organizar algunas actividades, voy cerrando la puerta de su oficina tras de mí y escucho una voz que a medida que avanzaba en las frases se iba distorsionando, llegando para el final sólo sonidos inaudibles:
- El abogado asesor se ausentara 5 días. Esta tarde nace su hijo.
(Me ha llevado tiempo escribir de él, no tiene mayor significancia en mi vida, pero quizás la conexión temporal con el oscuro periodo en que naufragaba mi vida).

La verbosidad de este hombre que llegó a integrar nuestro equipo de trabajo me fue atrapando, de primera vista no me pareció un tipo atractivo, y eso que soy sujeta de estudio entre mis compinches por tan alternativo gusto por la belleza escondida.

Lento a rápido se fue suscitando nuestra complicidad, una mañana, sin dar muchas vueltas al asunto, respondí a su correo
- Acepto, pero es ahora, nos juntamos en media hora en la esquina y partimos. 
No recuerdo literalmente esas frases que oscilaban entre la incredulidad y la sorpresa de mis palabras. Esa tarde en una habitación rentada por horas, comenzó nuestro tórrido romance clandestino.

Nos ingeneábamos para concretar nuestras citas sin despertar sospecha, si algo he aprendido es a evitar el comidillo de oficina. Creo que fue algo más de un mes de aquella tarde, de aquella, que comenzó este relato y vuelvo a evocar.

Cuando oí las palabras “nace”, “hijo” mis piernas comenzaron a temblar, mi manos sudaban estrepitosamente y un zumbido ataque furioso en mi cabeza, la palabras mutaban a nuestras departiciones de tardes en desnudo, oyendo sobre su torso sudado cómo se suscitaban sus días de ajetreada vida de varón separado. La saliva contenida en mi lengua sabía amarga y las lágrimas maltratando el lagrimal.

Cuando volvió guardé silencio, nada le increpé, un mes me dije…y nuestras aventuras hoteleras se suscitaban con aparente normalidad.

Cuando lamía su bálano y le oía gemir con desenfreno, incitándome a no desprender mi boca de su sexo erguido y mi lengua se enviciaba más saboreando el símbolo del mal nacido que me había engañado, me montaba furiosa cabalgando salvaje hasta explotar en gritos de placer-odio.

Me empeñé en hacerlo dependiente de mi vulva, de mi boca, de mis dedos, me prometía el cielo para conseguir meternos en esas camas que se mancillan de amantes perecederos. Una tarde mientras gemía en su oído le lamí el lóbulo y deje caer palabras en absoluta calma:
 - ¿Cómo está tu tercer hijo?

Su boca dibujó una mueca torcida, las palabras oficiosas articulaban frases negando, explicado, justificando. Me levanté al baño y salimos juntos, como tantas tardes noches, en silencio… Sí, me robé sus deseos, sus emociones, su cordura… hice un títere de él. No me juzgue, yo era una más entre tantas, yo no me empleé de vengadora de ninguna, sólo cobré justicia, me hice la bala que se escapa en la ruleta rusa. Jamás su mujer supo de mi… después de esa tarde nunca más volví a besar siquiera su boca, pero me complacía verle cautivo buscando maña y forma de volver a poseerme.

Extrañamente, la rabia no erradicó todo la complicidad efectiva que habíamos conjugado antes de la verdad, medio amigos, medio…si aclaro que sólo medio…

Unas semanas extrañas y dolorosas irrumpieron como todo llega a mi vida, con escándalo, con furia, batiéndome la cotidianeidad, fue mi oído, yo creía que ya había pasado el rencor, creía… pero bastó que me propusiera un fin de semana en Viña.
 - ¡Vamos al casino! 

Una bofetada me alertó lo sentidos, acepté, incluso un poco de beneficio a la duda le otorgué a mis juicios, dejé todo en sus manos, buscó el hotel, la habitación… le sugerí una matrimonial más una cama pequeña, no expliqué mucho, él ensimismado, tampoco recibió la señal de alerta para mi última jugada.

Pasó a buscarme a mi departamento, acariciaba mi mano de cuando en vez en el camino, llegamos directo al casino, apostamos, bebimos, reímos… ya de madrugada me dijo seduciéndome al oído:
- ¿Nos vamos?
- Vamos, que no puedo postergar más cuanto deseo sorprenderte


No mentí, sí, supe sorprenderle cuando le pedí que no me besara aún, le dije iría al baño a prepararme para esa noche… Cuando salí, me paré frente a él que ya estaba desnudo en la cama matrimonial, yo tenía un vaso de agua en las manos, lento me acerque y le di un beso en la mejilla:
 - Buenas noches
- Ven…


Abrió la colcha, volteé y le dije:
 - Bien, escogiste la cama más amplia, yo me acomodo en esta pequeña.
Dejé el vaso de agua en la mesita de noche, y su palabras pidiéndome, invocándome, suplicándome…
Lentamente tomé mi bolso de mano, saqué una pastilla, bebí el vaso de agua, le miré y sonreí:
 - No insistas, entre el cansancio y la tableta no tardaré en dormirme.

No se cuánto tiempo transcurrió, no mucho creo, pero me era insoportable oírle llorar, gimotear:
- Esto no me puede estar pasando a mi, soy un imbécil!!
 
Desperté a medio día, le oí hablando,
- Estoy en tribunales y en cualquier momento entró al ascensor y se corta el llamado, mi amor vuelvo hoy antes de mediodía.
Dejé pasar un rato me dirigí al baño y dejé que el agua me lavara los pecados que aún no he cometido, me vestí con mucha pausa:
 - Ahora llévame a almorzar.
Y sus mentiras otras vez arrancaban de su boca, “que algo había pasado, que debía viajar urgente a otra ciudad más al norte” y tantas razones que ya ni recuerdo, me sugirió pasara una tarde en el casino y pasaje en bus a Santiago.

Le repetí ahora en tono de imposición:
- Llévame a almorzar, y después me dejas en la puerta de mi casa, si no lo haces, hay mucho que tengo por contar a tu mujer.

No creo en la fidelidad, tampoco en el amor para toda la vida, creo en los encuentros, en la piel, en los afectos, en las lealtades, pero por sobre todo creo en la verdad “este soy yo” ahí yo mujer, decido, lo tomo o lo dejo pasar.

Han pasado años, a veces me busca, me incomoda… exaspera mi ánimo, quizás mis malas palabras alivian alguna culpa, no se porqué se empeña en no abandonar para siempre mi vida.


#LasPerversas
@Ele_enletras @LimarySanchez @Maladeadentro @Sita_Marilyn