viernes, 20 de enero de 2012

Más vale feo conocido...



Más vale feo conocido...



No quiero volver a tirar. Seré célibe de hoy en adelante.  

Desperté casi llorando después de escucharme en la peor de mis pesadillas. Hacía unas cuantas semanas que no ocurría nada en el departamento de la lujuria y esto estaba alterando un poco mi sanidad. Sí, me hace falta el sexo para estar cuerda.

Ya era hora de salir al trabajo y como todos los días me recogió en mi casa un compañero de trabajo que ha sido mi amigo desde la adolescencia. ¡Feo, conchesumare que el weón es feo! Pero aunque su cara es un delito con pena capital, su cuerpo es otra cosa. Es campeón en natación. Su espalda es ancha y baja hasta su cintura formando una perfecta V. Sus piernas marcan todos los músculos de sus muslos, sus brazos, su cuello son perfectos. Y para qué hablar de sus abdominales, ¿qué six pack? el tipo tiene dos de esos y su perfectamente redondo y duro poto. Pero es feo, no hay por dónde mirarle la cara, es feo.

Salimos de trabajar ese día más temprano y me invitó a tomar cerveza. Cosa normal lo hacemos una vez a la semana, pero ese día era diferente, le había contado a #lasperveras mi sueño, mi urgencia por tirar y que estaba considerando al feo. Comentarios de bolsas, sábanas, de espalda y demás tallas para que no le mirara la cara, hicieron que el morbo se acrecentara y la maldad se apoderó de mí.

Ya en el bar tomamos unas cuantas cervezas, había tanto guapo que podía cambiar mi plan e irme con uno de ellos. El morbo no me lo causaban ellos, si no el feo. Él podía ya oler mi celo de hembra y con sus piernas rozaba las mías, tocaba mi mano y arreglaba mi cabello de una manera que nunca lo había hecho antes.

- Bailemos, me dijo.

Comenzó la salsa y nuestros cuerpos se contoneaban al unísono. Sentí como se le paró su pene muy pegado a mi pelvis. Me mojé instantáneamente. Subí la mirada dándole consentimiento a tener su erección y revolcarla al ritmo de la música en mi pelvis. Entendió de inmediato y entre el murmullo escandaloso del bar, los tambores de la música y su pene rozando mi monte venus, orgasmé.

-Quiero que tiremos, le dije tan descaradamente como el orgasmo que había tenido.

Sonrió muy nervioso. Terminamos de bailar esa pieza, nos sentamos y tomamos una cerveza más en total silencio. Se paró de la mesa indicándome que nos íbamos y lo seguí.

En el auto me abrió la puerta, cuando me senté, me viró hacia a él se arrodilló y comenzó a lamer mi clítoris por encima de los calzones. Sí, en el estacionamiento del bar. Metía sus dedos dentro de mi calzón rozando los labios, trazaba el contorno con la yema de sus dedos. Mi entrepierna aún estaba mojada después de haber tenido mi orgasmo danzado y sus dedos se deslizaban por toda la zona causándome placer. Me sorprendía lo expertamente que me tocaba, ahí sentada en el auto a la misericordia de sus divinos dedos orgasmeaba a su merced.

Se levantó y condujo hasta su casa. Entramos y cerró la puerta tras nosotros. Me levantó en sus hermosos brazos y con algo de violencia me pilló entre él y la puerta. Su lengua entró en mi boca sin permiso, la gentileza con la que me había masturbado en el auto desapareció. Me besaba fuertemente, mientras me aplastaba entre la puerta y su cuerpo. Se desabrochó el pantalón y metió su pene en mí, sin quitarme la ropa interior, ésta sólo la deslizó. Me tenía en sus brazos, mis piernas alrededor de sus caderas y me embestía con furia. Me gustaba sentirlo pontente, fuerte, recio conmigo. Apenas podía mover mis caderas pero no lo necesitaba, su pene estaba muy erecto y me tenía en la posición perfecta, donde su pelvis rozaba mi clítoris y la cabeza de su pene raía todo el interior de mi vagina.

Me deslizó por toda la puerta dejándome caer hasta el piso. Se desnudó, dándome un espectáculo. Su cuerpo desnudo, es una obra de arte, su pene erecto, con la cabeza roja y muy mojada después de haberme cogido violentamente, era una visión de placer ante mis ojos. Se me trepó encima y desnudó mis senos. Nadie ha tocado estos pezones así, estaban tan duros, enhiestos ante la experticia de una lengua y dedos. Con su otra mano buscó mis calzones y al fin me los quitó. Me metía sus cuatro largos dedos mientras que con el pulgar rozaba mi clítoris. Sacaba su mano de mi vagina y lamía todos mis jugos que se deslizaban por ella.

Me viró de espalda y posó toda la inmensidad de cuerpo sobre mí. Levanté mi cola, y sentí como su pene entraba nuevamente en mi vagina. Nos fuimos levantando hasta yo quedar en cuatro y él en sus rodillas. Me penetraba fuertemente jugaba con mi clítoris el tiempo necesario para que no se resintiera. Me tomaba del cabello para no perder su equilibrio y así podía mirar mis senos que se reflejaban en los cristales de la puerta. De vez en cuando mordía mi espalda enviando electricidad desde mi espina dorsal hasta mi clítoris. Gemíamos tan unísonamente como nos movíamos.

Mis orgasmos llegaron unas muchas veces más en un período de tiempo que pareció eterno. Me tuve que rendir ante su atlética y experta ejecución. Dejé caer mi cola y su peso cayó todo en mí. Se rió casi a carcajadas y se movió hacia un lado.

-¿Cansada? Terminaremos otro día.

Aún lo miro en el auto de camino al trabajo diariamente y pucha que es feo el conchesumare pero instantáneamente recuerdo lo buen amante que es y voy en calentura el resto del viaje. El feo me dejó queriendo más de él. El otro día aún no llega, pero espero con ansias y bolsa en la mano el próximo encuentro.

sábado, 14 de enero de 2012

Luna de hiel?... de mis manos al placer


Luna de hiel? ...de mis manos al placer

Dejé todo preparado para esos cinco días. Nos habíamos conocido en una fiesta en Santiago, pero por esa fecha vivíamos en ciudades distintas, uno por el norte y el otro por el sur... el teléfono y el internet nos mantuvieron en contacto, el gusto y las ganas inconclusas de esa noche de fiesta nos tuvieron conversando y planeando un nuevo encuentro. Pasado navidad nos regalaríamos una semana para disfrutar unas mini vacaciones, con año nuevo incluido.

Como fue él quién recorrió casi todo Chile para ir a mi encuentro, preparé un lugar especial, una cabaña con un paisaje paradisiaco, más que mini vacaciones, yo me preparaba para una mini luna de miel, el teléfono aguanta mucho y según lo que hablamos, nos faltarían horas para tirar.

Tenía varias cosas preparadas para hacer de esos días una experiencia sexual inolvidable: lencería ultra sexy, velas, aromas especiales, sedas, cartas con juegos sexuales y en mi cabeza todos los consejos de la cosmopolitan que pude acumular.

Llegó mi compañero, y el beso que nos dimos al saludarnos me demostraba que no sólo yo había juntado ganas, la cosa era mutua, yo ya podía imaginar mis miles de orgasmos, pero lo tomé con calma, no quería atarantarme, quería sólo disfrutar y teníamos varios días.

Él venía un poco resfriado y si bien mi instinto cavernícola me impulsaba a tomarlo de las mechas e irnos a tirar, me comporté y luego de dejar las cosas en la cabaña, lo invité a cenar... jueguitos varios por debajo de la mesa, agarrones  cuando no nos miraban, no hacían nada más que ponerle leña a la hoguera.

Terminando la cena lo tomé y le dije que el postre sería en la cabaña, llegamos y comencé a besarlo con todas mis acumuladas ganas de meses, nos fuimos sacando poco a poco la ropa hasta quedar completamente desnudos... pero, “sorpresa”... no tenía erección!!!! ya.. ok.. calma!!! podía ser el viaje, el resfrío, cualquier cosa... no podíamos alterarnos, había que seguir intentando pero... NADA!!!

Traté de hacerme la normal y comprensiva y nos fuimos a dormir, la ternura (sí.. sólo la puta ternura) nos acompañó esa noche. Total, en la mañana sería distinto, seguro que sí, casi todos los hombres muestran gran virilidad en las mañanas, faltaban poquitas horas y mi película porno comenzaría... pero a la mañana siguiente, nuevamente NADA!!!

Ya no había calma, ya el asunto era extraño, lo hablamos, me insistía que “es primera vez que me pasa” y se volvió un círculo vicioso, entre los nervios, los intentos, los reproches (él se autoreprochaba y yo y mi ego nos enterrábamos... puta que duele pensar que no eres capaz de hacer que a un hombre se le pare!!!)

Ese día salimos a pasear, no hablamos mucho del tema, pero obvio que cada uno  era en lo único que pensaba... llegó la noche y pensé que no perdería mi aventura, si él no era capaz de darme placer, me lo daría yo misma. Lo hice sentarse en una silla y le pedí que me mirara, me puse en la cama y comencé a tocarme por sobre la ropa, toqué mis pechos, jugué con mis pezones, pasé mi mano por mi entrepierna y comencé a desvestirme... él sólo me miraba, cuando quedé completamente desnuda pasé mi dedo por todo mi cuerpo, lo llevé a mi boca, le puse saliva y mojé mis pezones, mientras los apretaba suavecito... él quería acercarse pero le ordené que se mantuviera sentado... después comencé a masturbarme, me concentré sólo en mi vagina, abrí mis piernas y lo dejé mirar todo lo que mis dedos hacían en ella... frotaba mi clítoris, introducía mis dedos, me abandoné a lo delicioso del autoplacer, de pronto lo miré y estaba con su pene erecto, tocándose como un loco, me pidió que no parara, que siguiera porque quería verme acabar, abrí más mis piernas y me dediqué a tocarme para él... imaginaba que era su mano la que tocaba, frotaba e introducía, cada vez me mojaba más, se sentía delicioso, yo gemía, me retorcía y lo miraba a los ojos, él se masturbaba, su pene estaba duro, mojado... mi clítoris se iba poniendo cada vez más tenso, sentía pronto un orgasmo, me toqué con más ganas, cada vez más rápido, hasta que mi orgasmo se escapó acompañado de un fuerte grito... lo miré al terminar y vi como salía su semen, él también había acabado...

Eso fue sólo el comienzo de mis días de mini luna de miel, el resto de los días nos sacamos todas las ganas acumuladas...

Tuve dos posibilidades, dejarme llevar por el ego herido y pensar que si a un hombre no se le para el pene somos responsables nosotras o... regalarme placer, asumiendo que el sexo no necesariamente pasa por hacer la posición del misionero y que hay bastantes otras formas de disfrutarlo... elegí la segunda y lo pasé bastante mejor... claro que debo agregar a eso que los días siguientes fueron aún mejores, ya había pasado el efecto de la sobredosis de trioval y naztisol compuesto que se había tomado para que se le pasara el resfrío... moraleja??? disfrutar!!!, siempre disfrutar del sexo se nos presente como se nos presente y... no tomen trioval cuando vayan a tirar.


viernes, 6 de enero de 2012

"Secretas puntadas que potencian el placer"



"Secretas puntadas que potencian el placer"

Creo, por la providencia que creo… casi voy pisando las cuatro décadas, las formas que delinean mis contornos ya no son dignas para boceto de moda, si me desmenuzaran para venderme cual chatarra por parte, creo que el mejor precio seria ofertado a mis piernas. Creo, por la providencia que creo… que la presentación en vajilla fina de selectas hortalizas nunca compite a la delicia de un bol (aun salpicado en el borde) en el cual se reúnen desmenuzadas hojas de lechuga, con sabroso aliño.

Sí, hace una quincena de años antes mi cuerpo era turgente, pero hoy los menesteres de mi placer se esconden y asoman; en los pliegues de mis senos de gota, entre mis muslos de espesores  generosos, sobre las margaritas de mi espalda que me adornan sobre el coxis, en la yema de mis dedos, en mis brazos que de hercúleos ya no conserva nada, en mis ojos que en sus esquinas, asoman mis lineas de expresión cuales raíces de un rosal … y por cierto, en mi vulva que a capricho mío esconde mi generoso secreto.

Aun cuando mi vagina llorona siempre se desaguaba en esos néctares de éxtasis propiciados por un buen amante que la monta sobre sus dedos, su lengua o su virilidad ( acá, en juicio digo, que no encuentro placer mejor concebido que un hombre que sepa besar) los años, la elasticidad a prueba, me hacían algo tardíos los orgasmos, es más, quedaba sujeta a culminar en ciertas posiciones, dejándome sólo para el final la explosión  multiorgásmica.

Fue hace algo mas de tres años, una tarde un articulo de una revista de la cual no recuerdo ni es mi menester señalar su nombre me sugirió “reconstrucción vaginal” caprichosa como marrasquino de torta, me dije ¡esta señal es lo mío! No fue que me quitara el sueño, más fue, que lo descrito antes me restaba placer, MI PROPIO PLACER.

Hablé con mi ginecólogo, mis conjeturas le parecieron muy acertadas, el “pero” no lo ponía él ni yo, el “pero” venía en el justo valor económico de tamaño capricho, costes significativamente mas económicos, en aquellos recintos clínicos en conveniencia a mi plan de salud.  ¿cómo hacer? Para mejor entender, debo decir que había cierta operación que realizar, esos mañosos quistes que una nunca convida pero que intrusos se alojan en nuestro útero. Urdí mi plan y contacté un médico de un prestigioso hospital clínico, uno de esos donde la “Santa Patrona” jamás le revelaría al profesional de pulcro blanco “¡Hey! dejale la abertura de la vagina más pequeña para que pueda gozar más!!”.

Controles y exámenes varios para tratar mi dolencia, entre cita y cita irrumpí en falso llanterío:
-Hace años no siento nada, mi matrimonio está en crisis, por lo más sagrado es que no quisiera quedar sin la protección de mi marido.

Claramente tras esta declaración los argumentos siguieron hasta que el bendito médico católico, quizás conmovido por mi compromiso marital escucho mis ruegos… marido? Ja!

Esa mañana la cita en el pabellón fue bien temprana, un equipo multidiciplinario de especialistas bisturí y jeringas en mano se hicieron cargo de mi humanidad dormida a merced de sus expertis y sus bromas de machos. ¡Lo se! en los tres días posteriores bastaba observar su ojos chispeantes sobre sus risitas socarronas, sus miradas de “se lo que hiciste el martes pasado” … el alta? dos meses sin sexo… ¿¿QUÉ?? Cresta, por unos segundos me cuestioné valdrá la pena cerrar la puerta entre mis piernas al sacrílego?

Para esos días llevaba algo de más de tres semanas saliendo con un galán, hasta ahí caricias, besos y mordidas de labios habían sido máxime nuestro juegos…  “se me acabó el romance” pensé. Que bah, la primera noche que pasamos a solas, descubrimos que a un orgasmo tras otro pude llegar sin penetrar mi nuevo ceñido canal de placer (pero eso es historia para otro post).

Si!! valió la pena… me declaro bastante simple, no soy la promotora del kamasutra, ni gozo de la estreches de una quinceañera, pero qué delicia gozar en mi propio “túnel angostura” desde un “perrito flojo” a morir a horcajadas sobre un jinete erecto!!