sábado, 25 de febrero de 2012

No sólo mis dedos son un secreto



No sólo mis dedos son un secreto 

No tengo pareja estable y admito que a veces sí ha sido mi tema. Oscilo en una mixtura de estados emocionales, empero he aprendido a disfrutar tanto mi “siempre sola” que estabilizarme en una relación, desde hace un par de años no constituye un imperativo. Creo que la masturbación está concatenada al dominio de nuestra sexualidad, la comunión mente/cuerpo a través de la exploración nos devela nuestros “puntos” placer. A veces, alcanzar el gozo en soledad puede perturbar un poco… al menos así me pasó a mi, mis amantes, aún me arrancaran orgasmos, no eran comparables a la maravillosa contracción de mi vulva sobre mis dedos, durante un tiempo decidí “asexuarme” y finalmente deseché también la auto estimulación a fuerza de olvidar las sensaciones y re comenzar sobre una cama desde cero.

Esta última voluntad no alcanzó a prevalecer un mes… transcurridas un par de semanas salí con un ex novio, han transcurrido varios y más años desde que terminamos nuestra larga relación. Me contó que había leído bastante sobre mi antes de llamarme “Internet es un herramienta poderosa” me dijo.

En el bar del Barrio Brasil conversábamos en un apartado brindando con mojito de rosa yo, mojito sandía él.  Me contó que había descubierto cierto blog y creía reconocerme en ciertos relatos. Sonreí y le respondí, había un código de honor, la autoría no se revelaba.  

Me hablaba de la sincronización del hallazgo y su nueva temática de interés: el erotismo, literatura, relatos, sexualidad y como nos relacionamos desde lo sentidos con el otro. Me contó su interés por alguien menor, se sentía obnubilado por aquella femenil y grácil mujer, que para desgracia de él, su sexualidad es lesbia.

Me preguntó abiertamente si me masturbaba. Acá replico como le describí mi “técnica”:

 
- Me fascina el sexo, sin embargo, no me resulta placentera la “encamada” de una noche. Hace un tiempo, mis orgasmos están supeditados a los juegos de agua en mi baño.
¡Sí! es una fascinación desnudarme frente al espejo. Observar mi cuerpo en armonía a mis años, admito no tengo la turgencia de la mujeres de revistas pero... mis pechos no tan firmes, mi cintura no tan angosta, mis caderas algo anchas, mis nalgas generosas, mis muslos delineados me guiñan el ojo y me sumerjo en la tina a medio llenar.
Ahí que la polifuncional ducha de teléfono se presta a otras labores y el difusor de agua sale destornillado, regular la cantidad de agua destilando de la manguera -por ser tarea habitual- ya me es cosa fácil. Mi dedo bloquea pertinentemente media salida de chorro, un ejercicio practico sería hacer parangón con la posición de dedo sobre una manguera cuando riegas el jardín… jejeje… acá el agua tibia riega primorosa mi vulva ejerciendo cierta presión sobre mi clítoris… presurosa comienzo a contraerme y mi boca también participa entusiasta dejando escapar gemidos que varían en intensidad como varía la fricción del chorro sobre mi botón de placer, y como “comer porotos” todos lo días cansa, hay días que acompaño mis juegos con un juguete de penetración. En los temblores de mi mano he descubierto como mi vulva se contrae al compás de la explosión de mi orgasmo.

Le pregunté:
¿Lo sienten ustedes? ¿Sienten las paredes vaginales apretando mientras los gemidos escapan como feroces aullidos de una loba tiritando de placer sobre su miembro erecto?

Guardó silencio, continuó mirándome concentrado mientras su boca solo se movía para degustar lentamente los ostiones en queso de cabra que acompañaban nuestra conversación.

En un ataque de sinceridad, le dije…
- ¿Sabes que mi primer orgasmo fue contigo? Después de ti la experiencia se ha abultado con la variedad de amantes que sumo. Eres uno de los mejores, no el mejor, no creo que exista la categoría “el mejor”.

Sí, creo se incomodó, bajó la mirada y me interpeló que no entendía a que obedecían mis palabras, no lo sé respondí.

Después de una larga charla, nos retiramos del restaurante y estacionó fuera de la puerta de mi casa. Nos miramos, y le dije, -“bueno ahora me visto y me voy” reímos juntos… -“estamos vestidos, ¿quieres seguir conversando?”  -“Acepto”… el lugar daba lo mismo, nuestro fin era conversar.

Llegamos a un motel… él se sentó en la silla y bebía un café, yo me recosté en la cama y seguimos la charla… interrumpida a ratos por los quejidos de los amantes de la habitación contigua.

Pasaron un par de horas y tomamos nuestras cosas para retirarnos, entre la cama y la ventana quedamos frente a frente y la cama chilló cuando dos cuerpos cayeron de golpe sobre ella.

Su lengua maravillosa escarbaba en mi vulva mientras su dedo me penetraba... un sutil orgasmo afloró, pero el fantasma de aquello que me contraen en mis juegos me asaltó. Su lengua comenzó a delinear mi vientre, mis senos, a devorar mis pezones mientras sus dedos se deslizaban con maestría en mi espalda, mis nalgas, mi boca, mis orejas, mi pelo, mi perfil. me dijo... -“Sabes que hay que cuidarse, ¿verdad?”, Lo sé…respondí. Y plastificado su miembro generoso y turgente entró como bestia furiosa entre mi vulva demasiado húmeda.

Fue casi una hora de jugos y fricción de su dureza y mi concavidad contrayéndose. Terminamos exhaustos… y una sonrisa coronó mi media docena de orgasmos…“no soy yo, son ellos” pensé. Para mi fortuna, mi masturbación no había superado al coito… el asunto era mas simple, esos últimos meses, los poros receptores de mi piel andaban descalibrados.

Después de esa noche, volví a retomar mis abandonados juegos, ¡¡en hora buena!!  mi maestría masturbatoria no había superado a la comunión de un macho copulándome.

#LasPerversas

sábado, 11 de febrero de 2012

Feliz Cumpleaños Malita

Querida @MalaDeAdentro
Como te amamos, te deseamos abundancia... pero de estos:



Que nunca te falte el buen sexo.
FELIZ CUMPLEAÑOS!!!!
#LasPerversas

viernes, 3 de febrero de 2012

La Técnica del Tope



La Técnica del Tope

Lo conocí por amigos en común en un carrete en el Parque Intercomunal, aunque yo no me acuerdo de él. Creo que conversamos toda la tarde y no, no estaba ebria. Simplemente no soy de recordar a quienes no me impactan.

Nos volvimos a ver meses después en la casa de una mina que me caía pésimo, pero como iba de acompañante de un amigo que se la quería comer, no me quedó más remedio que llegar. Entre copas y coplas me besó. Confieso que fue uno de esos besos ricos, sin mucha lengua, más labio, masajeo suave y sensual.

Pasadas las cinco de la mañana emprendimos rumbo a mi casa porque amablemente se ofreció a ir a dejarme. Obvio... el tiempo se nos había pasado volando y los besos urgentes quedaban aprisionados en nuestra boca. Íbamos en el auto y entre lengua y roce, mi mano se deslizó por su entrepierna... Dios!!! ésa era turgencia!!! su pene, su gran pene, corría riesgo de romper su pantalón.

No pude evitarlo y le abrí el pantalón. Un pene duro y erecto me calienta, me excita, me perturba. Él manejaba... ¡¡¡no me importó nada!!! me desabroché el cinturón, me incliné hacia su entrepierna y me lo llevé a la boca. Apenas y cabía en mi boca. Le hice sexo oral, más bien lo langüetié porque era imposible comerme esa masa entera.

Empezamos a salir... sin sexo. Todo nuestro acercamiento sexual era cuando yo le practicaba sexo oral y él me agarraba una teta. Su única experiencia había sido un polvo express en alguna fiesta adolescente y no quería tirar mientras no se sintiera seguro. Confieso que me mantuve más en la relación a la espera de poder consumarla, soy de relaciones etéreas y cortas, me confieso masculina pensando en el amor y me cuesta quedarme cuando no me dan absolutamente todo lo que quiero. No niego, eso sí, que ha sido uno de los hombres que mejor me ha tratado. Terminamos a los siete meses, ya no recuerdo porqué... quizás porque me bajó el susto, porque me aburrí de ser la grande y tener una relación quinceañera... no lo se... Lo importante es que después de siete meses sin tirar, yo me sentía virgen de nuevo.

Seguimos viéndonos por un tiempo después de terminar, en esa época tenía problemas en cortar las cosas de raíz, y un día de demasiada conversación en mi casa y de exceso de alcohol, le grité: No se si no te gustan las mujeres o no te gusté yo... pero yo quería sexo!!!

Se levantó, tomó mi vaso y lo dejó en la mesa de centro, me levantó, me besó brusco... parecía que su lengua fuera su pene y copulaba con mi boca como si fuera mi vagina. Me sacó la polera, me mordisqueó los pezones... en dos minutos me tenía a full, mojada, dilatada, palpitante.

Me llevó a mi pieza y me tiró encima de la cama. Torpemente me preguntó si tenía preservativo y de la mesa de noche le pasé un condón... lo abrí pues sus manos nerviosas e inexpertas no iban a lograrlo. Me tocó, me manoseó por cada espacio de mi cuerpo, desde la punta del pelo, pasando por las orejas, el cuello hasta los tobillos. Sus manos, su lengua... pese a la inexperiencia, sabían reconocer mi gemido de placer.

Me preguntó si podía metérmelo, ¡lindo! ¡tierno! ¡cosito inseguro! amaba que me preguntara todo, si podía hacer esto o aquello... entre respiración ahogada le dije que sí.
Su glande apenas entró en mi vagina... era demasiado grande... ¡¡¡mierda!!! No podía meterlo...

Le pedí un rato para masturbarme e intentar dilatarme un poco... me toqué, me metí los dedos, me acaricié el clítoris “veamos ahora” le dije. Me tomó por las caderas y me embistió... no de a poco... me metió su gigante pene turgente en mi pobre vagina. Dolió, no me pude mover, me sentí empalada, sentí que su pene me llegaba a la tráquea, me faltó el aire y lo único que escapaba de mi boca era una respiración aquejumbrada y entrecortada.

Me lo sacó: Déjame intentar encontrar mi punto. Le propuse.

Le pedí que se acostara de espaldas y su pene durísimo parecía un mástil... ¡¡¡era una visión!!! Me subí arriba de él y puse su glande en la entrada de mi húmeda y excitada vagina. De a poco me lo fui introduciendo... despacio... lento... milímetro a milímetro... mientras, él apretaba y retorcía mis pezones con sus manos. Sentada sobre su mástil, llegó un punto donde ya no pude metérmelo más y puse las palmas de mis manos en su pelvis para hacer un tope y evitar que esa bestialidad de pene entrara de una en mi. Lo cabalgué a mi ritmo hasta llegar a mi orgasmo, hasta llegar al segundo... hasta que él terminó... Me bajé de encima de él y me fui a la cocina a tomar agua. ¡Eso era!

Quedé adolorida por días tanto los brazos como mi vagina. Sí, me hizo un poco de daño, pero puta los orgasmos ricos!  Una vez escuché que todo se puede con vaselina y paciencia... no tenía vaselina, pero la propia lubricación, más la calentura y la paciencia, hicieron su trabajo. Tiramos un par de veces más... y la técnica se convirtió en parte de mi experticia.