viernes, 23 de septiembre de 2011

Mi lengua es mi sensor de placer

 
Mi lengua es mi sensor de placer
 
Tengo una lengua desenfrenada, creo que tiene directa conexión con mi clítoris. Quizás eso justifique mi inclinación por bellezas distintas. No me excita la tonicidad muscular, ni alturas, ni formas. Me seducen las letras, las voces, las miradas, los dedos, y, si tienen la fortuna de besarme y su lengua me conecta, al unísono de las sensaciones en mis labios, mi boca también se humedece. Claro, que es la muy maldita la que se socarrona se deleita. Mientras mi otra boca devoradora permanece húmeda esperando que los dedos del macho se apiaden y lleguen a calmar tanto deseo.
 
En justo juiciosas papilas gustativas han sabido de aciertos, máxime cuando atrapan al macho que sabe hacer sinfonía entre mis piernas mientras me besa. En juicio justo una vez fue fallida.

Me gustaba ese hombre; pasaron meses de sutil coqueteo. Su voz en mi oreja era casi un ronroneo que alteraba la secuencia el sonido. Pocas veces no interpreté a mi antojo sus voceos, cada palabra era una provocación “quiero lamer cada pliegue de ti” “añoro beberme los néctares de esa flor carnívora que escondes” “déjame hurgar dentro de ti hasta que te desagües en mis dedos”… ¡Aja! A veces una imaginación exacerbada es una mala fortuna, lo mas probable es que el macho sólo declarará frases como “¿cuándo tiramos?” o “¡qué ganas de metértelo!” … pero, ¡Sí! necesito sentirme la consorte mas deseada del reino antes de coger como una perra.

Volviendo al macho, me encantaba descubrir como ese animal dormido se abultaba bajo su pantalón, amenazando con hacer explotar el cierre que lo aprisionaba, para fenecer hasta dejar mi boca destilando sus sabores. Dejé la maña de resistirme y sin siquiera haber atrapado el inicio de su lengua, acordamos cita.

Camino al rincón amatorio mis dedos se deslizaban sutilmente sobre esa presa que solo había visto “tras la vitrina”. Ahora cómplices podía zigzaguear bajo el cinturón, humedecer la yema de mis dedos con sus primeras humedades. Mi boca se habría furiosa de rabia, ella era la primera catadora de amantes. ¿Cómo mis dedos insolentes le privaban de sus deberes?  Y la calentura contenida no dio tregua posible,  a medio camino, se silencia el motor, desciende del auto y lentamente da media vuelta y su mano abre mi puerta. Bastó tenerle de frente para que sin mediar lenguas y palabras copuláramos como salvajes en una esquina desierta. Extasiada pero no vencida exigí llegar a puerto.

Que esa noche no usaba ropa interior ya no era sorpresa, y así, situada  frente a la cama, comencé a deslizar suavemente mi vestido dejando mis hombros a su vista. Acercó su lengua con algo de torpeza, cerré los ojos y contoneándome suavemente propiciaba dejar caer mi ropa hasta quedar desnuda para él, para  mi macho deseado. Mala sorpresa fue que sus dedos no supieron acariciar mis pezones, lejos de encenderme me provocaba ciertos dolores que fueran circundados como quien sintoniza las perillas de un viejo radio a pilas.. mal.. partía muy mal. Mientras las voces en mi cabeza repetían ¡aja! ¿y este hombre cuando al fin te besa? Y así de pie, me apostó en la pared y otra vez comenzó a penetrarme con ese enorme y delicioso bulto, que así, sin lengua sin dedos, sin olernos, sin salivas, me parecía el marrasquino abandonando la delicia del saboreo de un bizcocho de frambuesas y crema.

Le miré silenciosa… y tan sólo contados unos minutos me deslicé sin dejar de mirarle al baño. Cerré la puerta con cerrojo, saque el aparato difusor del agua desde la manguera de la ducha y dejé que el chorro tibio estimulara mi clítoris, que lamiera mis senos, que explotara en mi boca, que chocara violento en el socavón entre mis piernas… Gemí, sentí, gemí, orgasmié, gemí hasta quedar exhausta… Salí triunfante, él me esperaba desnudo sobre la cama, tome mi vestido, me senté a su lado, me observaba desorientado, le hable al oído: “Me gusta coger como maraca, pero son las putas las que no permiten que les besen la boca.” Cerré la puerta y le dejé a solas con toda su noche paga.

6 comentarios:

  1. MMMMMMM????? QEDE LIZTAILOR PA ESTA NOSHE CON EL RELATO; ni biagra le voy a necesitare

    ResponderEliminar
  2. Alguien me dijo que si lograbas leer la emoción del autor, era besar al escritor a través de sus palabras. El vertiginosidad de las palabras, el placer y el anhelo de la sinceridad clamado en una muestra de cariño, de sabor; me hizo sentir ese beso de la primera letra.

    ResponderEliminar
  3. Sin un buen beso que te encienda, que de el vamos, que te mantenga en un estado de éxtasis, donde puedas refugiarte cuando el cuerpo está encendido al máximo, lo demás no encuentra plenitud...
    La lengua tiene un poder maravilloso.

    Excelente publicación como siempre

    ResponderEliminar
  4. Muy de acuerdo con Burgos, las sensaciones que provocan estos relatos siempre siempre llegan más allá...una vez una perversa me respondió no ser digna de admiración a raíz de un comentario mío, la verdad las 4 son para mi mujeres tremendamente admirables, me encantan sus historias, mis respetos y felicitaciones para cada una de ellas

    ResponderEliminar
  5. Otro relato de aquellos... no me pierdo ninguna de sus notas, son tan detalladas, en serio admiro la facilidad con q explican lo q muchas sentimos en nuestros momentos de extasis maxima

    ResponderEliminar
  6. por q es increible como pueden decir a tavez de estas publicaciones lo q realmente sentimos, deseamos y anelamos, esto es ser perversas?? lo quier ser decir lo q siente mi cuerpo poder expresarlo.. grande perversas se pasan son secas...

    ResponderEliminar