viernes, 3 de febrero de 2012

La Técnica del Tope



La Técnica del Tope

Lo conocí por amigos en común en un carrete en el Parque Intercomunal, aunque yo no me acuerdo de él. Creo que conversamos toda la tarde y no, no estaba ebria. Simplemente no soy de recordar a quienes no me impactan.

Nos volvimos a ver meses después en la casa de una mina que me caía pésimo, pero como iba de acompañante de un amigo que se la quería comer, no me quedó más remedio que llegar. Entre copas y coplas me besó. Confieso que fue uno de esos besos ricos, sin mucha lengua, más labio, masajeo suave y sensual.

Pasadas las cinco de la mañana emprendimos rumbo a mi casa porque amablemente se ofreció a ir a dejarme. Obvio... el tiempo se nos había pasado volando y los besos urgentes quedaban aprisionados en nuestra boca. Íbamos en el auto y entre lengua y roce, mi mano se deslizó por su entrepierna... Dios!!! ésa era turgencia!!! su pene, su gran pene, corría riesgo de romper su pantalón.

No pude evitarlo y le abrí el pantalón. Un pene duro y erecto me calienta, me excita, me perturba. Él manejaba... ¡¡¡no me importó nada!!! me desabroché el cinturón, me incliné hacia su entrepierna y me lo llevé a la boca. Apenas y cabía en mi boca. Le hice sexo oral, más bien lo langüetié porque era imposible comerme esa masa entera.

Empezamos a salir... sin sexo. Todo nuestro acercamiento sexual era cuando yo le practicaba sexo oral y él me agarraba una teta. Su única experiencia había sido un polvo express en alguna fiesta adolescente y no quería tirar mientras no se sintiera seguro. Confieso que me mantuve más en la relación a la espera de poder consumarla, soy de relaciones etéreas y cortas, me confieso masculina pensando en el amor y me cuesta quedarme cuando no me dan absolutamente todo lo que quiero. No niego, eso sí, que ha sido uno de los hombres que mejor me ha tratado. Terminamos a los siete meses, ya no recuerdo porqué... quizás porque me bajó el susto, porque me aburrí de ser la grande y tener una relación quinceañera... no lo se... Lo importante es que después de siete meses sin tirar, yo me sentía virgen de nuevo.

Seguimos viéndonos por un tiempo después de terminar, en esa época tenía problemas en cortar las cosas de raíz, y un día de demasiada conversación en mi casa y de exceso de alcohol, le grité: No se si no te gustan las mujeres o no te gusté yo... pero yo quería sexo!!!

Se levantó, tomó mi vaso y lo dejó en la mesa de centro, me levantó, me besó brusco... parecía que su lengua fuera su pene y copulaba con mi boca como si fuera mi vagina. Me sacó la polera, me mordisqueó los pezones... en dos minutos me tenía a full, mojada, dilatada, palpitante.

Me llevó a mi pieza y me tiró encima de la cama. Torpemente me preguntó si tenía preservativo y de la mesa de noche le pasé un condón... lo abrí pues sus manos nerviosas e inexpertas no iban a lograrlo. Me tocó, me manoseó por cada espacio de mi cuerpo, desde la punta del pelo, pasando por las orejas, el cuello hasta los tobillos. Sus manos, su lengua... pese a la inexperiencia, sabían reconocer mi gemido de placer.

Me preguntó si podía metérmelo, ¡lindo! ¡tierno! ¡cosito inseguro! amaba que me preguntara todo, si podía hacer esto o aquello... entre respiración ahogada le dije que sí.
Su glande apenas entró en mi vagina... era demasiado grande... ¡¡¡mierda!!! No podía meterlo...

Le pedí un rato para masturbarme e intentar dilatarme un poco... me toqué, me metí los dedos, me acaricié el clítoris “veamos ahora” le dije. Me tomó por las caderas y me embistió... no de a poco... me metió su gigante pene turgente en mi pobre vagina. Dolió, no me pude mover, me sentí empalada, sentí que su pene me llegaba a la tráquea, me faltó el aire y lo único que escapaba de mi boca era una respiración aquejumbrada y entrecortada.

Me lo sacó: Déjame intentar encontrar mi punto. Le propuse.

Le pedí que se acostara de espaldas y su pene durísimo parecía un mástil... ¡¡¡era una visión!!! Me subí arriba de él y puse su glande en la entrada de mi húmeda y excitada vagina. De a poco me lo fui introduciendo... despacio... lento... milímetro a milímetro... mientras, él apretaba y retorcía mis pezones con sus manos. Sentada sobre su mástil, llegó un punto donde ya no pude metérmelo más y puse las palmas de mis manos en su pelvis para hacer un tope y evitar que esa bestialidad de pene entrara de una en mi. Lo cabalgué a mi ritmo hasta llegar a mi orgasmo, hasta llegar al segundo... hasta que él terminó... Me bajé de encima de él y me fui a la cocina a tomar agua. ¡Eso era!

Quedé adolorida por días tanto los brazos como mi vagina. Sí, me hizo un poco de daño, pero puta los orgasmos ricos!  Una vez escuché que todo se puede con vaselina y paciencia... no tenía vaselina, pero la propia lubricación, más la calentura y la paciencia, hicieron su trabajo. Tiramos un par de veces más... y la técnica se convirtió en parte de mi experticia.

11 comentarios:

  1. Supongo que es la historia de las mas joven de las perversas, señorita Mala. las otras ya están muy viejas como para meterse con un niño sin experiencia.

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  2. Muy buen relato... felicitaciones...

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  3. que queris que te diga, de los superdotados sera el reino de los cielos entonces

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  4. jajajaja me he reído como loca! porque estos cuentos a veces entre amigas son difíciles de escuchar y hay que ser morbosa y desinhibida para hacerlo!... Esa historia del pene gigante la conozco, todas hemos pasado por ese maravilloso trauma. ;)

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  5. Como siempre; un verdadero y gran placer leer a Las Perversas, chicas son unas GENIAS!!! Ah! y muy pero muy buena foto jeje

    Besos y Abrazos!!! #1

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  6. Esa historia es mas antigua que el hilo negro!! y lo mismo que el tope!!

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  7. Genial, caliente y deja con ganas de volver y volver por estos lados...saludos.

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  8. una dolorosa gran experiencia.. a quien no le ha pasado!!

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  9. size matters?

    claro que si, cuando no hay otros argumentos ni expectativas.

    Pero mi modesta experiencia indica que siendo tamaño promedio, se puede desbancar a más de un extra-large inexperto. El placer es más completo cuando logras mantener roce y ritmo prolongados hasta desfallecer... y una lubricación natural ganada en preambulos de lascivia, murmuraciones soeces y gemidos complices. UUUFFF me asoroche!!

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  10. Leer la historia me trajo unos recuerdos uffffffffffffff exquisitos...

    Todas hemos pasado por algo asi... Delicioso

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