La primera vez que lo vi, fue en una hoja de esos periódicos de circulación nacional. Aparecía de cuando en vez en la televisión abierta, exageraría mis pretensiones si dijera que era el muso inspirador de mis juegos de entrepierna, pero más de alguna vez imaginé que lo arrancaba de la pantalla y me montaba sobre él sin mediar palabras. La disimilitud de espacios que circundábamos, hacía impensable concretar mi fantasía sexual con “El Periodista”.
Twitter, bendita red! en segunda vuelta, volví para quedarme, para esos días, apenas novata comencé a seguirlo, pasaban sus tuits por mis ojos, más temprano que tarde, lo pillé de madrugada, entablamos un escuálido flirteo y comenzó a ser uno de mis seguidores. Trabajé minuciosamente su entusiasmo, casi imperceptible pero presente, por ahí me enteré éramos vecinos de barrio, una noche sin darle más rodeos acordamos juntarnos en 15 minutos en su departamento.
El acuerdo era sin ropa interior y sin palabras, antes de partir, me di una ducha rápida, me lamí los dedos y delinee los contornos de mi vulva, uno a uno fui introduciendo los dedos de mi mano, me friccionaba sobre ellos conteniendo el deseo de explotar, dulce deleite el agónico orgasmo atrapado…mientras me propiciaba solitaria el preámbulo, más me calentaba el impaciente llamado del hombre de copula pasajera;
-Ya saliste? –Dónde vienes? –Pero estás en camino? –Bajo a buscarte?
Me subí al taxi y le señalé las coordenadas al conductor, mientras me observaba receloso por el retrovisor, quizás olía a mujer ganosa, no lo se. Pregunté al conserje por él, inmediatamente lo vi avanzando hacia mi, era la primera vez que estábamos frente a frente, cruzamos tres o cuatro palabras poco interesantes, cuando sólo se busca apaciguar el deseo de la carne, no creo sea necesaria tanta parafernalia que más que adorno, pasa a entorpecer la culminación del merecido premio al esfuerzo.
En el ascensor, mientras intercambiamos una que otra mirada, sonreímos, sentía entre mis piernas los fluidos escapando de mi vulva hinchándose, palpitando, demasiado descubierta, salando con esa humedad ardiente mis muslos, deslicé mis dedos sobre mi ingle, restregué una pierna sobre la otra, me mordí la lengua para atajar los quejidos, deseaba en ese mismo momento que su verga erguida me habitara con fuerza, que su lengua jugosa lamiera mis pezones, que introdujera su lengua en mi boca amenazando con privarme de respiración, que eyaculara furioso sobre mi vientre…pero nada…llegamos a su piso entre las mismas una que otra mirada secuaz.
Entramos en su departamento, apenas hubo tiempo de observar, tomó mi mano y me condujo a su cama, nos besamos furiosamente, inmediatamente me subí sobre él buscando los orgasmos que había contenido a propósito, me movía furiosamente montada sobre él, busque mi ritmo, sentía su pene durísimo dentro mío, el gemía me acariciaba los senos, me mordía los pezones, me atrapaba las caderas con sus manos gruesas, apresurado eyaculó, y para mi desencanto no llegué ni al primer orgasmo, nos besamos, quede tendida sobre la cama, bueno, pensé, es sólo el comienzo, ahora me desquito, para mi sorpresa, se levantó al baño y mientras llegaba al otro extremo de la habitación me pregunta;
- Te voy a dejar?
- Cómo? Me estás diciendo que esto es todo?
Me respondió que ese había sido el juego acordado, que en un par de horas su pareja terminaba su turno de noche y llegaría al departamento.
No abrí la boca, me vestí lentamente, no había ni un sólo miserable orgasmo que me salvara la noche, me dijo -te dejaré en el taxi, seguí silenciosa, no medié palabra alguna. Me miraba y a mi desaprobación respondía con una mirada lánguida,
-Pero si fue lo que acordamos, sexo sin rodeos
-Lo que acordamos fue sexo sin rodeos para placer de los dos, no una muñeca inflable
En un acto de “altruismo” estiró su mano y me ofreció un billete para pagar el vehículo;
-Guárdalo, si te cobrara por el servicio te saldría harto más caro.
Cuando paró el taxi, escupí al suelo, lo miré con desaprobación, y me despedí
-No calientas a nadie
A medida que lo seguía leyendo en twitter, mi enojo se fue esfumando, aún esa madrugada le reproché contrariada; si me calentaba, pero como deseo clandestino, quizás idealizado...después de todo, quien la manda a una conferir vestiduras de toro al buey?. Nos hemos vuelto a encontrar; él o yo, una que otra vez implícitamente hemos apelado a una suerte de “lealtad de conciencia” y “compromiso de causa”, he de reconocer que se ha portado a la altura.
Las pocas veces que he revelado la aventura y su nombre; voy cerrando la confesión con un “Según mi experiencia, como periodista siempre intentando “surfear” en el ojo del huracán lo hace mejor que como macho de noche casual”...pero al final entre la vulva media seca o media húmeda, voy por la segunda, rescato la cuenta alegre; me metí en su cama, me cumplí el deseo y a rey montado calzones puestos.
Libro perverso, como ya es sabido,
tiene de los coitos buenos, de los malos
y de los incontables (por ahora).