La Perversa Mariposa: de Huevona a Perversa
Muchas de #LasPerversas caímos ante algún perverso y maldito. Antes de ser perversas seguramente éramos inocentes féminas, engañadas, vilipendiadas y arrastradas.
Algún hombre que se cruzó en mi vida era de esos que te gustaban en la juventud, cuando mirabas mariposas y creías en el príncipe azul (maldito Disney!!!). Me costó soltarme, soltarlo... asumir que en realidad un te quiero nada significa y que es mejor quedarse con la caricia asonante. Sufrí, lloré, maldije... Lo odié... Lo odié por no quereme, por hacerme sentir que no era suficiente mujer.
¿Con qué me quedé? Con la duda constante de si era buena amante. Si sabía hacer sexo oral decente, si mis dientes eran muy grandes, si mis manos eran muy torpes, mis uñas muy cortas, si mi lengua bruta, si mis quejidos eran muy mudos, mis deseos sordos o si mi entrepierna quejumbrosa.
Pasé un tiempo en busca del piropo carnal, de aquél que llega luego de una noche de sexo intenso... no siempre llegó. Costó entender que tampoco el macho te lisonjea cuando eres buena amante, aún cuando ellos te inciten a decirlo. Esas palabras pueden salir de tu boca pero no de la de ellos. Malditos infames! incapaces de romperle a una la inseguridad...
No fue fácil encontrar un macho que me hiciera sentir mujer... la weá cliché pero es cierto. Porque no sólo se trata del machotote alfa, se trata de una. Tuve que aprender a gritar y pedir, conocerme, quererme... ¿qué me gusta, cómo me gusta...? Tampoco fue fácil porque el arte de conocerse no es bien visto y nada comentado entre las féminas.
Entre idas y venidas me gustó alguien que me dejó el gusto por el motel, la infaltable escudo entre performance y Calamaro y Paez gritoneado mientras tiraba. Descubrí con él que me gusta ver pornos cuando tiro, que me calienta, que me gusta escuchar a alguien gritar mientras yo lo hago, porque entremedio el grito sale más certero y poco ahogado, medio amplificado y sin ni una vergüenza. No duró nada, me cambió por una pendeja que no era capaz de decir clítoris y de nuevo odié.
Lo mío fue así y no me duró una relación sino que unas cuantas.
¿Qué aprendí? Que en realidad el amor cuando debe llegar, llega. Que lo que no se busca te encuentra y que mientras esperas, la vida no puede ser fomeque. Aprendí que es rico tirar porque quieres, porque es bueno conocerse y no subvalorarse, porque en realidad ése y los anteriores han sido unos sacos de wevas. Porque en realidad a una se le dio el mal ojo en la vida y no puede castigar a su sexo mientras afina la mirada.
No soy de las que no creen el amor, sino que cree que le ha sido esquivo, y mientras gozo... GOZO, porque la vida se te puede ir esperando. Porque aún debo aprender a quedarme con el bueno. Ahora soy de las que se encaman cuándo quiere, con quién quiere y cómo quiere y me da lo mismo, total, para eso hay condones. Pasé de no tener vergüenza a ser una sinvergüenza y me encanta.
Ay! no mentiré... la he pasado bien... porque cuando una asume que el sexo es sexo, y si no te gusta te vistes y te vas, cómo se tira rico!!! El machotote no abunda, pero cuando aparece, hace que no te den ganas de parar...
Y debo confesar que siempre he creído que enamorada dejaré de ser perversa... pero como el amor me es esquivo aún, disfruto el coqueteo, el motel, la lujuria, el sexo salvaje, animal, de ése que te deja temblorosa y quejumbrosa y con ganas de seguir tirando. Sí, la paso bien. Soy una yegua, una maraca, una puta... pero todo lo soy por opción, porque soy libre. Soy perversa y tengo sexo cuando quiero y con quien quiero... No me arrepiento de nada y SIEMPRE ando con mis condones en la cartera.
Algún hombre que se cruzó en mi vida era de esos que te gustaban en la juventud, cuando mirabas mariposas y creías en el príncipe azul (maldito Disney!!!). Me costó soltarme, soltarlo... asumir que en realidad un te quiero nada significa y que es mejor quedarse con la caricia asonante. Sufrí, lloré, maldije... Lo odié... Lo odié por no quereme, por hacerme sentir que no era suficiente mujer.
¿Con qué me quedé? Con la duda constante de si era buena amante. Si sabía hacer sexo oral decente, si mis dientes eran muy grandes, si mis manos eran muy torpes, mis uñas muy cortas, si mi lengua bruta, si mis quejidos eran muy mudos, mis deseos sordos o si mi entrepierna quejumbrosa.
Pasé un tiempo en busca del piropo carnal, de aquél que llega luego de una noche de sexo intenso... no siempre llegó. Costó entender que tampoco el macho te lisonjea cuando eres buena amante, aún cuando ellos te inciten a decirlo. Esas palabras pueden salir de tu boca pero no de la de ellos. Malditos infames! incapaces de romperle a una la inseguridad...
No fue fácil encontrar un macho que me hiciera sentir mujer... la weá cliché pero es cierto. Porque no sólo se trata del machotote alfa, se trata de una. Tuve que aprender a gritar y pedir, conocerme, quererme... ¿qué me gusta, cómo me gusta...? Tampoco fue fácil porque el arte de conocerse no es bien visto y nada comentado entre las féminas.
Entre idas y venidas me gustó alguien que me dejó el gusto por el motel, la infaltable escudo entre performance y Calamaro y Paez gritoneado mientras tiraba. Descubrí con él que me gusta ver pornos cuando tiro, que me calienta, que me gusta escuchar a alguien gritar mientras yo lo hago, porque entremedio el grito sale más certero y poco ahogado, medio amplificado y sin ni una vergüenza. No duró nada, me cambió por una pendeja que no era capaz de decir clítoris y de nuevo odié.
Lo mío fue así y no me duró una relación sino que unas cuantas.
¿Qué aprendí? Que en realidad el amor cuando debe llegar, llega. Que lo que no se busca te encuentra y que mientras esperas, la vida no puede ser fomeque. Aprendí que es rico tirar porque quieres, porque es bueno conocerse y no subvalorarse, porque en realidad ése y los anteriores han sido unos sacos de wevas. Porque en realidad a una se le dio el mal ojo en la vida y no puede castigar a su sexo mientras afina la mirada.
No soy de las que no creen el amor, sino que cree que le ha sido esquivo, y mientras gozo... GOZO, porque la vida se te puede ir esperando. Porque aún debo aprender a quedarme con el bueno. Ahora soy de las que se encaman cuándo quiere, con quién quiere y cómo quiere y me da lo mismo, total, para eso hay condones. Pasé de no tener vergüenza a ser una sinvergüenza y me encanta.
Ay! no mentiré... la he pasado bien... porque cuando una asume que el sexo es sexo, y si no te gusta te vistes y te vas, cómo se tira rico!!! El machotote no abunda, pero cuando aparece, hace que no te den ganas de parar...
Y debo confesar que siempre he creído que enamorada dejaré de ser perversa... pero como el amor me es esquivo aún, disfruto el coqueteo, el motel, la lujuria, el sexo salvaje, animal, de ése que te deja temblorosa y quejumbrosa y con ganas de seguir tirando. Sí, la paso bien. Soy una yegua, una maraca, una puta... pero todo lo soy por opción, porque soy libre. Soy perversa y tengo sexo cuando quiero y con quien quiero... No me arrepiento de nada y SIEMPRE ando con mis condones en la cartera.