sábado, 28 de mayo de 2011

El plan


                                                              El plan


Hace algún  tiempo observaba a ese macho negro escultural. Le vi pasar un par de veces en la misma dirección…y digamos que esta astucia femenina rápidamente me puso en cuenta del lugar en que  trabajaba semejante varón de abenuz.

Después de un año observando al oscuro ébano, un día las pulsaciones de mis labios atrapados en mis braguetas, me dieron valentía e hice el contacto. Quiso la providencia que este hombre esculpido a cincel y con curvaturas de estatua griega (pero en color opuesto) aguzara el ojo y cediera a mis sutiles flirteos. Al fin concertamos nuestras primeras citas.

Soy una convencida que hay ciertas energías que se conjugan y vaticinan a voluntad antes que vivenciemos los hechos. He aquí una jugarreta astral, por esos días alojaba en mi depto una amiga, que por esa noche estaría fuera. Así como se trazaba la tarde, mientras con una mano tecleaba para nuestro chat, estiraba la coquetería y con la otra contorsionaba los dedos efectuando un par de llamadas a mi amiga asegurando sus tiempos fuera de mi depto., con la certeza que se ausentaría el resto del día, confirme la cita.  

Tintinea mi teléfono y su voz con sonsonete caribeño me avisa que viene un tanto atrasado. En buena hora, me dije, para una fémina en juegos de caza nunca el tiempo nos alcanza para afinar detalles. Mis últimos minutos de espera los gastaba improvisando mis acostumbrados ejercicios de Kegel.  Diez minutos y entra mi amiga, que había olvidado algo.

El repiquetear de mi teléfono anunció nueva llamada de mi oscuro placer. Presurosa le advertí que algo había y le conminé a dar unos paseos por los jardines del condominio mientras mi inoportuna amiga retomaba su salida. El tiempo se había extinguido, quedaban 15 minutos para que él partiera. Sólo recuerdo que cerré los ojos y dejé que mis instintos de hembra me dejaran llevar. Olfateé cada milímetro de su piel nocturna, pasé mis dedos por sus tonificados brazos, su abdomen, su trasero turgente, sus muslos. Manteniendo mi éxtasis me arrodillé, llegué a sus tobillos y seguía paseando mi lengua y mi olfato hasta llegar a su masculinidad erecta e interminable entre mis pequeñas manos. La hora de la despedida llegó sin aviso e insaciada y con la entrepierna mas alterada que antes nos despedimos con un suave beso en la boca. Antes de partir y cerrar la puerta tras de sí me musitó: “las energías están turbulentas, dejemos que fluya, ya gozaremos nuestra comunión perfecta".


¡Arg! Carajo maldita hora en que pepito paga doble me ganó la pasada... ahora él me pone sus condiciones …


¿Qué hombre no ha soñado con un trío? ¡¡Todos!!! El problema no es el deseo sino cuando lo ponen como condición sine qua non para tirar. Eso no se hace.¡NO! ¡Definitivamente no se hace! Cuando repetidamente se  ha señalado que NO se quiere trío, la cosa debe respetarse.

Me ha cambiado las reglas del juego, vez que me aborda, encendemos las letras. Y entre frases candentes manifiesta que no sólo añora, sino que estipula “sexe trois”. Me insta  a que no mezquine su virilidad, dos hembras en las mismas sábanas es la condición para vigorizar nuestro primer polvo. Y así, en estos tiras y afloja,  los espasmos me obligan a terminar desaguando los estímulos de nuestras charlas, sin inciensos, sin negro y sin tercera. No pienso en  ceder, me reconozco demasiado territorial para compartir mi presa con otra hembra.

Esta tarde, otra vez las energías se confabularon. Mientras sexeaba sólo de letras, con esa oscura carne de mi deseos, aparecieron  #LasPerversas … iracunda y humillada, no aguanté más y me desahogue describiéndole mi desventura. ¡Epa! Una mujer que está a dos centímetros de pisar el umbral del despecho, elucubra sanciones al que transgredió nuestra buenura… Así entre regaños y carcajeo se nos ocurrió un plan de aquellos para castigarlo:

1. Decirle que sí, que le apasiona la idea del trío y está dispuesta a probarlo.
2. Decirle que para que sus orgasmos sean un máximo placer, tiene que escoger ella a la otra persona.
3. Buscar a un hombre rudo, corpulento y salvajemente sádico, que sienta especial debilidad sexual por los hombres exquisitamente moldeados como en este caso.
4. Ir a @Tusexshop a comprar  un vibrador XXL
5. Aprovecha que anda en el centro y compra en el todo a mil un sacacorchos.
6. Se junta con el negro, le dice que primero debe regalarle un orgasmo de aquellos antes que llegue la tercera persona.
7. Después de gozar como mala de la cabeza con el negro, le dice al hombre rudo que entre.
8. Tiene que asegurarse que traiga el sacacorchos en una mano y el vibrador XXL en la otra, más todos los implementos propios del hombre rudo.
9. Tiene que sentarse a observar como “goza el trío” el negro  mientras es penetrado por el hombre corpulento, por el vibrador XXL y el  sacacorchos.
10. Una vez que todos han tenido su orgasmo tiene que decirle "¿te gustó? estuvo genial".
10. Cuando se despida le dice: “Tenías toda la razón, los tríos son geniales. Te llamo pronto para que armemos otro”

“Hombres tengan cuidado con lo que suceda cuando le ofrezcan un trío a una de #LasPerversas”

sábado, 21 de mayo de 2011

Deseo ¿cumplido?



Deseo ¿cumplido?
Todas tenemos ese amor de adolescente con el que nos pasamos mil rollos, con quien la entrepierna se humedecía al mínimo contacto de un juego de niños, con quien el caballo de troya cobraba nuevo sentido. Aquél con quien el roce de los dedos, el contacto de las lenguas, las caricias disimuladas era nuevo y excitante,con quien nos iniciamos en todo... ¡¡¡menos en el Sexo!!!

Como toda inocente aventura quedó en deseos disimulados, que a esa edad poco importa para una mujer. La mujer no necesita tirarse a todo lo que huela a sexo, menos cuando se trata de nuestro primer amor. Los juegos y las caricias continuaron un tiempo, yo estaba casi convencida de que él sería el “elegido”, nunca pudimos estar solos, “la vez” que pudimos hacerlo no teníamos condones y así pasó el tiempo y como buenos quinceañeros terminamos el pololeo.

Sin embargo, pasaron los años y nunca dejé de pensar como habría sido tirarse a ese primer amor, aquél que con sólo rozar alguna parte de mi cuerpo (cualquier parte del cuerpo, a esa edad todo es cancha) hacía que sintiera como latía mi entrepierna y se pusieran erectos mis pezones. Siempre pensaba que con él habría sido como tocar el cielo, si con un beso era capaz de derretirme, imagino las maravillas que podría hacer su lengua dedicada única y exclusivamente a mi clítoris.

De tanto imaginar y recordar llegó mi oportunidad. Me lo encontré 12 años después, todas mis hormonas quinceañeras afloraron, ¡¡¡no lo podía creer!!! Lo veía y me humedecía recordando mis primeros juegos sexuales. Entre conversas, me confesó que le pasaba lo mismo... y nuevamente bastaba un roce para que nuestras lenguas no pararan de explorarse, lo lógico era concretar lo que había quedado pendiente años atrás.

Al llegar al motel todo era excitación, estábamos ansiosos, ardientes, nuestras manos parecían volar, recodábamos los juegos de niños y parecía que la adrenalina nos apuraba cada vez más... estaba la urgencia del deseo no cometido...

Al sacarse la ropa ya no era igual, estaba un poquito más rellenito, la infaltable ponchera, mejor no hablar de su incipiente pelada, esa la había visto desde que nos encontramos. Me tuve que esforzar un rato para que lograra estar completamente erecto; la ansiedad y los nervios me decía él. Yo recordaba la dureza de su cuerpo, sus pectorales, su piel firme, cual boy scout ¡¡¡siempre listo!!! Pero ya no estaba tan listo, no me di por vencida, mi noche con fuegos artificiales estaba recién comenzando, mis hormonas quinceañeras clamaban a gritos que les diera aquello que hace años les había negado, estaba frente al hombre mas sexual que mi mente podía recordar, sin embargo parece que mi mente me traicionaba.

Intenté dejar que me demostrara todo lo que había aprendido con su lengua durante los años que dejamos de vernos, pero parece que no aprendió mucho. Yo seguía soñando con mi noche perfecta, la que esperé por años y me subí sobre él, recurrí a todo mis movimientos, dejé todos mis conocimientos y técnicas aprendidas, me volví una verdadera hembra en celo en esos escasos 5 minutos que alcanzó a durar mi adonis perfecto.

Mientras me vestía preprarándome para el adiós, pensaba qué había aprendido de esta experiencia fugaz. Mi cuerpo ya no es el mismo que cuando tenía quince años, ya no responde a las fugaces caricias de un macho lleno de hormonas. El tiempo no pasa sólo, sino que las experiencias nos cambian el cuerpo, los sentidos. La fantasía del roce quinceañero se desvanece con el conocer de las pasiones. El cuerpo de niña ahora se hace experto y el polvo imaginado pasa a ser eso únicamente, un polvo imaginado. No quita que el macho en cuestión fue pésimo amante, pero ahora me aseguro de no dar por sentado que todo hombre es perfecto en la cama hasta que me lo tire.


 

viernes, 13 de mayo de 2011

Sin Culpas



SIN CULPAS

Una vez un amigo me dijo que era rico tirar por puro placer personal, le pregunté a que se refería ya que, al menos para mi tirar siempre implica placer personal!!!  Me contó que es cuando te tiras a alguien sin importar ese alguien, te da lo mismo, es tu instrumento, vas al motel, te lo tiras, te preocupas sólo de ti... te vistes y te vas.

Desde esa vez siempre me pregunté ¿cómo sería usar a un hombre? Estaba esa inquietud latente, siempre dando vueltas, pero no era más que eso, sólo una inquietud...
Y cómo si el destino jugara entre mi clítoris y cerebro, conocí un  hombre guapo, seductor y con una cara de caliente que no se la podía. Lo había visto tan sólo 10 minutos, ¡¡¡parecía la víctima perfecta!!! En mi cabeza se hacían cada vez mas insistentes esas ideas... ¿y si me lo tiro sin pensar en nada? ¿sin que me importe si a él le gusta como hago sexo oral, si es capaz de tener uno, varios o ningún orgasmo?... ¿¡¿¡¿y si me lo tiro sin que me importe una raja lo que él sienta o piense?!?!?!
Finalmente mi curiosidad de “tirar como lo hacen los hombres” fue mas grande. Bastó una mínima señal de él para que yo rápidamente dijera,bueno voy con mi plan.
Llegamos al motel... Estaba nerviosa, no sólo porque me iba a tirar a un hombre al que había visto por sólo 10 minutos, sino también porque quería saber si sería capaz de sacar ese lado masculino que tanta perversa curiosidad me despertaba.
Rápidamente entramos en acción, me sorprendió su delicadeza, él no pecaba de ignorancia sobre mis pretensiones, nuestro juego sobre esas sábanas rentadas, me situaba como una sacerdotisa bajo pena de castración al incumplimiento, por lo que se iba a hacer todo a mi ritmo, a mis tiempos y a mi gusto... Su lengua se paseo por donde yo quise, sus dedos jugaron con mi entrepierna deliciosamente, su boca se apoderó de mis pezones mientras yo sólo me dedicaba a disfrutar, ¡¡¡¡a gozar!!! Cuando ya no quise más caricias me subí sobre él, me apoderé de él, me moví sobre él sin pensar en nada más que en mi placer, tuve un orgasmo delicioso, que busqué para mí, sólo para mí.
Me sentía ganadora, el trofeo de mi juego ya lo tenía... Nos quedamos otro rato, de pronto le dije- “Ya no quiero más, vámonos”- tomé mi ropa, conversé un par de cosas sin importancia mientras me vestía y me arreglé el pelo para irme a la oficina y continuar con las reuniones que tenía pendientes. Antes de irme me tomó y me dio un largo y dulce beso, respondí al beso, fue el término de una jugada bien hecha.
Al salir del motel le dije: “chao” su respuesta fue -“¿Me vas a llamar?”, le respondí: “¿y por qué no?”- me alejé del lugar con la frente en alto, libre, espontánea, bien mujer, PERVERSA y sin una gota de ¡¡¡culpa!!!!

viernes, 6 de mayo de 2011

Oscilante entre Sensitiva y Bataclana



Perversa LibRélula: Oscilante entre Sensitiva y Bataclana
Sí, reconozco que tengo una constante desagregación, oscilante entre alma sensitiva y bataclana.
Vivo ensoñándome enamorada, ávida de sentir ese deseo quemante de oler, besar, lamer, sentir, mordisquear a mi hombre, esa necesidad casi patológica de dejar de ser mujer fuerte (sólo las horas que me tenga en sus brazos), sentir a mi hombre acunándome y con voz ronca susurrando con sutileza.

Empero, me comporto como machita, me importa una hueva reírme en la cara del mal parido que me busca sólo para tirarme como si fuera una imperfecta muñeca inflable. Ajá y ahí que el que me agarró en la hora y el día en que el deseo me perturba y no me masturba, accedo a la cita…entro en su cama cuando yo quiero. Sí!! en su cama escribí, no me agradan mucho los moteles, no es mojigatería, pero soy tan fisgona que me desconcentran lo alaridos impropios de esta hembra o del macho que me estimula.

Según el prospecto, le hablo con voz ganosa prometiendo espera constante: “Te esperaba, sólo tú sabes explorar y desaguar mis deseos”; o le voceo exasperante increpando la mierda de su llamado “No me ahogues, cuando me baje la calentura te llamo”.

Me encanta la cruza de piernas, el enredo de lenguas y la salivación en recónditos espacios de mi pleno, me apasiona orgasmear montada a horcajadas sobre mi macho iniciando un suave trote y terminar encabritada acoplada sobre un caballar que me lleva lejos porque mi alma corre peligro que se la lleva el diablo.  

Epa! que me guste supremo placer no es sinónimo que me tire cuanto hombre me llamó la atención, creo que lo cotidiano, mis vicisitudes, el saberme mujer fuerte, buena amante, eterna compañera, cómplice y huraña me quitan la ropa de maraca sin sueldo. Eso de la selección natural de especies para la cruza, me ha vuelto cada vez mas compleja, prefiero dormirme en la tina exhausta después de un estimulante manoseo a meterme en una cama y a los cinco minutos que corren después del coito, querer coger la ropa y largarme… mínimo que el macho que me saboree lo fluidos que emana mi entrepierna, me estimule también la masa encefálica. Huevón! el placer de mi clítoris es concomitante con la admiración y el deseo de pasar el resto de noche colgada a su dorso escarbando la tibieza de su cuello.

Así como voy, creo que en mis horas libres me dedicaré a forrar de esos libros con escrituras bíblicas y a deshilachar escapulario (un mes más y me encuentran virgen). En fín, me niego a entregarme a la lengua de un macho que no me merezca. Me conozco a la perfección y prefiero los cinco príncipes de mi mano a uno de esos patanes que desisten a la primera denegación.

No se… quizás adolezco de algún desorden mental, que explica mis teatrales “mujeres” en esa ocupación,  tengo por costumbre adoptar distintas entidades que justifiquen mis persistentes cambios de conductas… así, si me preguntas ahora qué escribo: soy aquella que vuela, de alas fuertes y ojos multifacetados, soy una libélula, pero no una cualquiera! una que vuela libre y se tragó la “R”. Soy una perversa libRélula, con arbitraje y control de mi cuerpo y mis decisiones, gozadora... pero que al final me entrego a quien me admire por ser MUJER y no sólo por poseer la facultad de la entrepierna.