viernes, 18 de noviembre de 2011

Bendita química, placer de dos

Bendita química, placer de dos


Hay muchas cosas que son importantes a la hora de tirar bien rico, pero creo que la química sexual es de las que más valoro.

Me insistía en que algún día tiraríamos, yo terca y muy segura respondí siempre que no. La verdad es que no me parece un tipo feo, es muy simpático y me entretiene, pero me faltaba algo... Me faltaba la química, así que mientras más insistía, yo más me convencía de que no pasaría nada.

En una de las tantas salidas nos besamos y ¡ohhhh! descubrí algo nuevo. ¿¡¿¡Por qué nunca nadie me dijo que química y QUÍMICA SEXUAL no son lo mismo!?!? Mis hormonas se alborotaron con una simple chupeteada de cuello... ahhh no, esto me parecía raro... así que decidí probar.

La siguiente vez que me dijo que algún día terminaríamos tirando le dije que bueno. Acordamos el día, me pasó a buscar y nos fuimos al motel... En el camino era todo risa, nada de nervios, nada de curiosidad por acostarse por primera vez con alguien, era como si repitiéramos un camino conocido.

En el motel me tomó con fuerza, me aprisionó con sus manos y sus piernas, besó mi cuello y ahí estaba de nuevo, mis hormonas vueltas yeguas.

Nos empezamos a besar, a tocar, nos lamíamos por todos lados, hasta que bajé a su pene y comencé a hacerle sexo oral, harto rato...Su pene duro era el mejor preámbulo para mí en ese momento. Después él se hizo dueño de mis pechos, los lamía desde la base hasta los pezones, se sentía rico. Yo a esa altura lo único que quería era que me penetrara. Se puso sobre mí, mis piernas en sus hombros y comenzó a penetrarme. Me embestía con fuerza, yo ya me sentía entregada... Después no
s dimos vuelta, él se puso sobre la cama y me subí en él, en su erecto pene y comencé a disfrutarlo. Me lo introducía despacito primero, ya después me monté con todas las ganas que pude, hasta que él terminó...

Descansamos un rato. De pronto se puso un hielo en la boca y empezó a chupar mis pezones, al mismo tiempo tomó un vibrador, lo puso en mi clítoris y comenzó a masturbarme. A esa altura ya ni me acordaba de la química. No pensaba en las hormonas enyegüecidas, en nada, estaba caliente y lo único que quería era tener un orgasmo. Así que me monté en él, lo usé como mi semental y comencé a llevar el ritmo. No se trataba de él embistiéndome, se trataba de mí usando su pene para darme un orgasmo, me tomé mi tiempo, disfruté cada vez que sentía cómo su pene entraba y salía, hasta que ya no aguanté más y llegó mi rico... mmmm... delicioso, ¡¡¡orgasmo!!!

Después de eso conversamos, nos reímos, hablamos tonteras... Que aunque les parezca poca cosa, no lo es... A nosotras también nos pasa que después de tirar, nos gustaría tener un teletransportador para salir pronto del lugar, una varita mágica para tratar de volver a convertir en príncipe al sapo que tenemos al lado o a falta de todo esto, un bozal...

Finalmente “la química sexual” aún nos tenía con ganas, así que terminamos la tercera patita con sexo oral, algo menos cachondo que lo anterior, pero no por eso, menos disfrutable...

Una nunca deja de aprender en la vida, miren que venir a descubrir a esta altura que la química venía con apellido... ¡¡¡Maestra vida, nunca dejes de enseñarnos!!!

4 comentarios:

  1. a mi no más se me ocurre ser fiel... debo quedarme con las ganas de aquellos pocos pero varios seres que me mueven todo lo que se llama las hormonas.

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  2. Que gran historia.... las felicito, uno nunca termina de aprender

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  3. Que Hot, pasan mil cosas por mi mente

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