viernes, 5 de abril de 2013

TENTACIÓN EN DO MENOR

Tengo una fascinación con el piano, apurada puedo levantar la tapa y rozar los dedos en las negras y blancas, más de eso, no sé, hace un tiempo muy lejano ya, me encapriché con un hombre al piano.
Inmediatamente cuando lo conocí, me enardeció en deseo una fantasía: lamer su sexo erecto mientras sus dedos acariciaban oscuras teclas en do sostenido… no era más que eso, un inusitado capricho. 

Era su boca gruesa, la deseaba furiosa contra mi boca, vagando entre mis piernas y más.  En cada usual café mi lengua se inquietaba, y era mi boca la que celaba su permanencia tras la jaula que improvisaban mis dientes, a ratos... se escurría asomándose para delinear mis labios, mientras me colgaba de sus ojos y disimuladamente cruzaba mis piernas para atrapar la fiebre que escapaba de mi vulva. 

Recreaba la escena una y otra vez, él acariciando los acordes para las venusinas, mientras sigilosa me deslizaba bajo su clavicordio, lamiendo sus pantorrillas, friccionando mis mejillas entre sus muslos, volviendo sobre sus rodillas mientras mis dedos escarbaban bajo el cierre de su pantalón. Él no era ajeno a mis fiebres, muchas veces nuestras charlas desembocaron en los apetitos acallados, en el deseo, en evocaciones febriles, en los orgasmos ermitaños con nuestros nombres en la piel y en los dedos. 

 - No sabes las veces que me he masturbado pensando en ti. 

Fue un juego extraño, estaba convencida que era recíproca prudencia la que nos impedía terminar acalorados friccionándonos entre sábanas. Ineludiblemente rematamos nuestras confesiones con el mismo diálogo: 

- Sabes que no hemos tirado porque yo no he querido, verdad?
- Lo sé, con tu experiencia ya me tendrías en tu cama. 
- Si pretendiera algo más contigo, no me detendría. 

Al tiempo comprendí porqué me debatía en la libidinosa ansia de copular y en dejarlo en la ensoñación de lo platónico. Me atraía sexualmente, me seguía imaginando sujeta a esa boca gruesa que la quería mordiendo mis pezones, liberando la lengua para delinear mis areolas, humedeciendo mi torso sudado a horcajadas sobre su miembro erecto, penetrandome bestiamente, mientras sus dedos maestros en arrancar matices suaves y fuertes, desataran mis quejidos en su oído. 

Me excitaba más aún el capricho contenido que explotaba cuando me masturbaba recreando diálogos mientras mi dedo “en gancho” rozaba mi clítoris y la rugosidad más atrás de mis labios pulsando. Era como la leona que buscaba un macho de melena para copular. 

Mi instinto sexual y de cazadora me mantenía expectante. Sin embargo, sabedora que la presa se escurre por temerosa, se vuelve presa fácil y me deja como una gata aburrida de la madeja de lana que no se desliza sin estímulo. Su inexperiencia me volvía al centro, para qué? no descubrí la pólvora al razonar que una vulva y el maduro encanto pude dejar a los pies al novicio. 

El sexo por sexo no merece entrampar, él era solo eso, un capricho al cual doblegar entre mis piernas. A ratos me perdía, a ratos bastaba un arañazo para azuzar otra vez su avidez de concretar nuestro embaucado secreto. Hablábamos de sus temores, del capricho mutuo, de la imposibilidad de detener los encuentros, apaciguamos las dudas acordando que el juego sería hasta que saciado el deseo, uno de los dos desistiera. 

Ya no recuerdo cómo, pero una tarde estaba en mi sillón, no había clavicordio, no repiqueteaban las venusinas, el único sonido era el temblor de sus manos sudorosas y los chasquidos de mis dedos ávidos de desencadenar lo juegos ensayados sobre su viril erecto. Su boca furiosa estaba sobre la mía, sentía su lengua como una espada ardiendo que se deslizaba tras mi lengua, atravesando mi útero, para detenerse en la culminación de mi clítoris, sus temblores dejaban al descubierto su desasosiego, esa tarde el juego parecía ser para él, estaba ahí, a merced de mi lengua y de mis oídos que se deleitaron con sus quejidos de placer, mi vulva destilaba fluidos en décimas, mientras oí su súplica:

- no sigas, no te detengas

Hasta que anunció venirse sobre mi boca a su merced. Mi lengua se escapaba a su periné mientras mis dedos se empotraban en sus muslos, su escroto, subían surcando su piel hasta detenerse enredados en su torso, acariciaban el lóbulo de su oreja y se colaba entre su boca gruesa…que sutilmente mordía mientras lograba contener sus gritos de placer, otra vez la lengua escalaba hasta su bálano deseosa de humedecer mi sediento paladar, lamía despacio como resbalando del contorno de su pene, mientras mis ojos no se separaban de los de él, mi lengua intercalaba en sus testículos y su pene, ritmos de fuerte a más...tensando en juego de afinación de su verga erecta hasta el brindis final, destilando su tibio semen dentro de mi boca, al son del último grito de placer de carne por carne. 

 -No puedo sacar ese momento de mi cabeza, fue lo primera vez que me lo hacían así. Seguirás siendo inspiración para masturbe por mucho tiempo. 

Volvía por besos calientes, caricias furtivas escabullidos en su auto, su miembro erecto y sus mano sudando entre temblores, el juego perverso de adueñarme de su voluntad había comenzado, sigilosa, caprichosa. Aparecía travieso por más, buscando mi boca, placer que se fue diluyendo en otras tardes en que una vez más nos confinamos a besarnos en su auto, tras su lengua hurgando desesperada en mi boca, lo que me azuzaba la excitación, comenzó a ser disonante con sus temblores y la vacilación del que hacer con sus dedos, la dilatación de mi clítoris no llegaba y mi ropa interior permaneció más adusta que el sahara, mi capricho había mermado. 

Lo furtivo teñido de titubeos adolescentes dista de ser seductor, me place ser hembra vista como una sujeta poderosa, pero necesito el macho con carácter sobre sus zapatos y sobre mis sábanas! al tiempo, su retórica -que alguna vez me cautivó la entrepierna- me pareció perorata con influjos de egolatría que no son más que su inseguridad admitida. 

Una tarde cualquiera, cautelosa para no ofenderle, desahucie el juego. Para encamarme no busco aprendices, prefiero el igual a igual. Probablemente fuera por remota casualidad que llegara este texto a sus ojos, la inmediata justificación es predecible; “No me excitaba” “No sentía lo suficiente” “las culpas” pamplinas! o a veces no se da el ancho no más o en cosa de gustos para nosotras no hay nada escrito. 

Por la providencia que no todo salió mal, aquella felación fue bien placentera. Así como dicta el hilarante manual del sexo aristotélico “las mujeres, en general, están más contentas teniendo algo bien hecho una vez, que algo mal hecho frecuentemente” admito que mientras escribo... sonrío.
 
#LasPerversas
@ele_enletras @maladeadentro @sita_marilyn

2 comentarios:

  1. Vaya que interesante leer como las mujeres hoy se empoderan de su cuerpo, de sus deseos, y nos los reprimen por temor al escarmiento social. Sigan por este camino, que de seguro ustedes serán el punto de inflexión en la vida de muchas de vuestro genero. Es hora que la mujer se empodere de 'su sexo'. Saludos y muy bueno realmente

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  2. ¡Qué hermoso volver a leerlas acá! Es un proyecto que NUNCA deben dejar. Orgullosa totalmente de uds. Me encantó, cómo siempre! Ese músico debe dormir siempre pensando en ti...

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