sábado, 30 de julio de 2011

A veces pienso con el Clítoris




Siempre me pareció impresionantemente fidedigna y fea la expresión que los hombres piensan con su miembro, con el cabezón... con su Hulk (o manguerita para otros). Y desde ahí las decisiones que toman siempre están marcadas por la subjetividad de la calentura y la turgencia del miembro.

No es raro que dejen a una mujer hecha y derecha porque se empotó con una pendeja (noo!!! quién dijo que me ha pasado) o que tengan aventuras de una noche motivados por un generoso par de tetas y un culo bien parado. Me parecían vanos, simplones, básicos...

Honestamente... los entiendo... y tanto! porque en realidad hay veces que pienso con el clítoris. No es siempre, mis decisiones no necesariamente están ligadas al deseo pero pueden obnubilarse por él. Tampoco eso me pasa con cualquiera pues, la verdad, y después de mucho analizarlo, no tiene que ver con el macho sino conmigo. Cuando ando caliente, hormonalmente caliente, mi deseo nubla mi razón.

Entre confesiones y confesiones les puedo contar que ahora mi clítoris manda, gime y necesita... ando caliente y mis pensamientos son perversos cada vez que converso o me roza un hombre con quien me podría encamar ¡Mis malas decisiones están ligadas a mi clítoris! el wevón se escucha mejor, se ve mejor, huele mejor y se mueve mejor. Pero al constatarlo en la cama, la verdad es que sí hay una distinción no menor entre realidad y expectativa, por lo general mi clítoris eleva a su máxima expresión a un pene y en el acto... en la cama... mientras lo toco, lo beso, lo chupo, me doy cuenta que es un pene como cualquier otro y no la maravilla o el manjar de dioses que creía mi clítoris.

Honestamente y haciéndola bien corta, quiero tirar y esa verdad hace que muchos hombres se vuelvan encamables y tirables, cuando en otro contexto no lo serían. Estoy a punto de llamar a mi ex touch&go o de pedirle a algún conocido o amigo que tengamos sexo sin compromisos, porque llega un punto que la calentura no viene sólo de orgasmear (para eso tengo mis juguetes) sino de sentir el roce y los fluidos.

Quiero que me besen, que me muerdan, que me abracen... y desde ese deseo mi clítoris manda y se contracciona. Estoy algo afiebrada... afiebramiento hormonal!!! y una buena porno con un buen consolador no cumple las expectativas que mi entrepierna, de cuando en cuando, me grita.

Ejemplos e historias tengo de sobra, pues no es una vez que me ha ocurrido... he llegado a iniciar relaciones motivada por mi entrepierna y terminarlas por el mismo lamado clitoriano que me obliga a mandarme a cambiar. ¡Sí! tengo síndrome de Olguita Marina. Así también, me reconozco con más testosterona. Mis duelos amorosos duran menos de lo que le dura a cualquier mujer y salgo a la calle a la aventura de la cama... si, soy más macho y con los años me he vuelto mucho más fría. Si decido que el tipo ya no es para mi, me doy media vuelta y olvido. Soy poco vengativa y nada rencorosa... y esa weá también juega en mi contra porque después me olvido fácil de todo lo que pasó y el ex se vuelve, en unos meses, encamable de nuevo.

Creo, férreamente, que no es exclusivo de los hombres pensar con el órgano del placer y por eso digo que pienso con el clítoris. El clítoris es mi botón de éxtasis... sin él me cuesta orgasmear. Sí, la contracción pélvica tiene que ver solamente con la fortaleza que mi botón late acompasadamente a la erección del pezón. ¡¡Sí! las mujeres también nos calentamos! ¡también somos fáciles!

No me den un par de tragos cuando ando así. El alcohol me desinhibe y cuando ando caliente es el botón de encendido. Con un par de tragos y un tipo que me roce parezco gata en celo cómo me lanzo, cómo me pongo al lado, cómo me contorneo, me muevo, me caliento con el olor a un buen perfume mezclado con cigarro... ya! para muchas no será un olor calentón pero a mi me pone a mil.

Okey, me reconozco machito, caliente y sí, también pienso con mi miembro... que en mi caso es un botón precioso que vive en mi entrepierna y que, a lo menos un par de veces, se toma el control y descontrola mi cuerpo y mis ganas.

 

#LasPerversas

sábado, 23 de julio de 2011

Una Relación Perversa

          En la época en que messenger era el principal medio de comunicación virtual, conocí a una chica algo extraña que estaba absolutamente obsesionada con su ex novio. Habían terminado hacía más de un año, pero ella seguía buscándolo a pesar de haber iniciado una nueva relación. En una de sus últimas conversaciones él le dijo que estaba saliendo con alguien y ella quería saber si era cierto o si se trataba sólo de una estrategia para alejarla definitivamente. Fue entonces cuando ideamos el peor plan que se nos pudo ocurrir.

    Yo lo agregué a mis contactos durante la tarde y alrededor de las 9 de la noche comenzamos a chatear . El tipo era muy interesante y aprovechando que  nos gustaba la misma música iniciamos un juego que se extendió hasta las cinco de la mañana. Luego de eso, no dejamos de comunicarnos en forma virtual y telefónica hasta que nos conocimos personalmente un miércoles a la hora justa para compartir un almuerzo.

    Cuando lo vi, me pareció demasiado corriente y mal vestido; además, usaba el pelo rapado desde que en el trabajo lo obligaron a dejar atrás su pasado rockero y le quedaba pésimo. Definitivamente no era atractivo ni era mi tipo, pero no podía olvidar lo mucho que me atraían las ciberconversaciones, ni podía dejar de mirar y fantasear con sus manos de guitarrista experto.

    Desde ahí todo sucedió muy rápido. El jueves me invitó a almorzar fuera de la ciudad y el viernes nos vimos en un carrete con mis amigas, al final del cual ofreció llevarme a mi casa. Antes de llegar le dije “detén el auto, quiero conversar contigo”, a lo que cómplicemente accedió. Ni siquiera recuerdo qué hablamos, pero en algún momento mientras sonaba “Blues” de Rata Blanca comenzamos a besarnos apasionadamente, como si la mecha de un explosivo se hubiera encendido. Inmediatamente sus manos comenzaron a moverse delicadamente bajo mi camisa, deteniéndose en mi cintura y mi pecho...me tenía a mil...él estaba peor...No podíamos dejar de besarnos, de tocarnos, de sentir esa fuerza con la que el uno se aferraba al otro...

    Las semanas siguientes fueron de largas sesiones de besos apasionados, hasta que en algún momento de excitación irresistible decidimos irnos a un motel y tirar por primera vez. Al principio no sabíamos bien qué hacer, pero la atracción que había entre nosotros era fulminante y a los besos y caricias irrespetuosas le siguieron días interminables de sexo animalmente salvaje. Afortunadamente, tanto él como yo podíamos disponer de nuestro tiempo. Cada mañana me recogía cerca de mi casa y me dejaba en mi oficina mientras él iba a la suya, yo organizaba el día y esperaba que pasara a buscarme para irnos a su departamento.

    Apenas entrábamos solía tomarme del pelo e hincarme frente a él para que lamiera su pene erecto hasta que acababa sobre mí. No hubo rincón de ese departamento en que no sexeáramos. Ni hubo fantasía que no realizáramos. Mientras, yo le decía cómo vestirse, cómo hablar, cómo enfrentar a las personas, lo obligué a dejarse crecer el pelo y le regalé cremas para la cara, para las manos, para el pelo y para el cuerpo. Quería que estuviera como yo deseara, era mi juguete: lo hacía a mi manera y me satisfacía sexualmente.  Al cabo de unos meses se había transformado en un hombre exquisito, muy distinto del que conocí esa tarde de miércoles.

    Por mi parte, luego de esos días cargados de sexo llegaba a mi casa y tiraba con el hombre con el que vivía en ese momento. Dicen que la lujuria llama a la lujuria. Él me atendía y regaloneaba pensando que yo había trabajado toda la jornada, sin saber que habían sido otras manos las que habían recorrido generosamente ese cuerpo que él creía propio. Era el paraíso, dos buenos amantes y buen sexo muchas veces al día. Cada uno tenía lo suyo, pero lo cierto es que eran muy parecidos...hasta el nombre tenían igual (así no me equivoco pensé).

      Luego de un tiempo me aburrí de que me fuera a buscar y a dejar a todos los lugares, además, me cambié a un trabajo de esos en que una marca la entrada y la salida, así que nuestras posibilidades de sexear se redujeron. Fue cuando conocí el sexo virtual y el sexo telefónico, que aunque me hacían orgasmear, no era lo mismo. Le dije que ya no quería más y él se obsesionó: un fin de semana apagué mi teléfono y cuando lo encendí el lunes tenía 72 llamadas perdidas. Llamadas que continuaron aumentando según transcurría la mañana. A mediodía se apareció en mi trabajo y me obligó a conversar con él, lucía demacrado. Me dijo que estaba saliendo con otra mujer y que ya no me quería; que ella era una rubia hermosa con la que siempre quiso pololear y que aprovechó la oportunidad que le otorgó su cambio de imagen.

      Me confesó que seguía perfumando su almohada cada noche con mi olor para soñar que estaba conmigo, pero que esperaba romper pronto esa costumbre. Me dijo que le dolía mucho entrar a su departamento porque en cada rincón habían recuerdos míos y que seguramente se cambiaría al de su nueva mujer. Me odiaba, a esa altura de la vida me odiaba y deseaba que el  infierno se abriera para recibirme.

    Cuando se fue me quedé un poco triste, un poco herida en el ego porque sabía que andaba desde antes con esa mujer y sentí que ella había ganado, aunque fui yo quien no quiso continuar. Sin embargo, el mensaje “te extraño, le regalé tu perfume. Necesito cerrar los ojos y sentir que eres tú” me devolvió mi condición de Perversa.


viernes, 15 de julio de 2011

Los orgasmos que no afloran, sólo están prisioneros





Evoco el recuerdo atemporal de una noche… me susurró al oído “eres un hembra exquisita”. Me colgué del iris de su ojos, y una mueca torcida evidencio ante mi amante las elucubraciones que azotaban mi cabeza. Hice un repaso mental de los juegos entre las telas que friccionaron nuestras pieles desnudas, sus ojos inquisidores buscaban estimular mi lengua, a algo más que retozos, sus ojos pretendían  alentar que mi boca voceara mis elucubraciones.


Nos quedamos en silencio, impávidos, nos amamos los segundos precedentes, al momento en que su cuerpo mancillado con mis fluidos cerró la puerta tras de sí.


Reconocerme hembra sexuada fue resultado de peregrinar sobre mi propias carnes trémulas, vergonzosas, fue dejar de ahogar mis espasmos y quejidos por temor a parecer un maldita puta.

No me avergüenza decir hoy que me gusta gozarme en el sexo, no soy acróbata, ni mi cama es un piscina olímpica donde realizar cuanta acrobacia acuática en fluidos sea posible, sin embargo he comprendido que tengo absoluto control y DERECHO de complacerme.


No me avergüenza hoy admitir que crecí medio castrada, el placer sexual estaba implícitamente negado. Soy hija de hombre bruto, de aquellos que su masculinidad la expresan bajando el mérito de “niñita mujer”, hombre de boca borracha en pipeño y que carga más dolores en el alma que en sus manos heridas por el torno con el cual forjaba aceros.


“Todas las mujeres que he amado han sido maracas, la única casta que he conocido fue mi santa madre”   creo  es una de los versos más recurrente que se anidaran en mi consciente… “no disfruto el sexo, no se lo que es un orgasmo, creo que ese hubiese aflorado con el único hombre que amaré mi vida entera” lo oí una vez que espiaba tras una puerta las confesiones de mi madre.


Así, sin más, fui construyendo una aversión al placer sexual, mezclado con las letras tristes que cantaba mi boca cuando me veía reflejada en un espejo de marco gris… no se qué sino carga mi estrella, que crecí sintiéndome extraña y distinta, ajena en un prado donde todas las hembras eran margaritas, rosas y lirios y yo metiche cardo que había mutado hasta cargar espinas en el tallo.


Irónica visión me hacía erguir muros insoslayables entre ellos y yo… maldecía la hora de ser oruga, cuando ellos me veían como mariposa con alas de seda. Sólo los años me enteraron de tales admiraciones… Qué ganas de escupir las manos de todos aquellos que a fuerza de guardar silencio sólo alimentaban el voraz monstruo de la degradada autoestima.


Mi primera vez… tenía ya veinte años… era el hombre indicado, denostaba la condición de mujer tal cual había oído de mi padre, las mujeres que han copulado son “maracas”,  gasté siete años de mi vida odiando mi entrepierna, me quedé al lado de él, por la providencia! Si me ha conocido en pureza y me vilipendia, que he de esperar de otro macho que me penetre ya desflorada?… me gasté las horas de sábanas,  los días de caricias, apretando los dientes y esperando que concluyera pronto.


Un día le expulsé de mi vida y me prometí consagrar mi cuerpo a la castidad, era mujer que cargaba un  clítoris de sobra… la negación se extirpó el día que mis brazos se reencontraron con el tierno amor de infancia. Al primer contacto sutil de sus dedos, a la primera humedad de su lengua rodeando mis pezones estallé en espasmos, llanto y gemidos… con ese hombre nos regalamos orgasmos maravillosos que prometimos disfrutar la vida entera… a veces la voluntad se doblega cuando falla “lo doméstico”. Hay mucho de él que aún me mal atrapa, sin embargo, los años que compartimos respiraciones y sueños, despertaron mis membranas, mi piel, mis ojos, mis rincones, mi lengua, la yema de mis dedos, mi clítoris…si.. aquel preciado brote que se entrega a lenguas y dedos del que me enardece con maestría.

Un día fui parida por segunda vez… y entre aquellas nuevos dones, dolores y causas que apuñé en mi mano, había una promesa… soy sexuada, acaloradamente orgásmica y virilidad que me apetezca, me consiga, me descubra, me despierte… me pertenece las horas que nos “amemos”. Exploto, gimo busco, exijo y me entrego… soy mujer, soy maraca, virgen, puta, mal nacida, beata, maestra… soy todas y ninguna… soy la que me apetezca ser y desde mi placer reconocido puedo hacer vibrar al macho que tenga sujeto a mi lengua.


#LasPerversas

viernes, 8 de julio de 2011

El folla amigo: ¿directrices para no perderse?



El folla amigo: ¿directrices para no perderse?






No es la primera vez que tengo un folla amigo, de hecho es el tipo de relación más cómoda para mí. Tengo sexo, la paso increíble, me visto y me voy... jamás había sido un problema.
 
Mi primer amigo con derecho a sexo fue un tipo que conocí en el colegio... nunca tuvimos nada serio, nunca salimos, nunca nada... pero de alguna forma extrañísima nos sentíamos conectados (y creo que aún lo estamos). Después que salimos del colegio pasamos de la amistad al sexo. Luego de eso, por años y años fue mi llamada de medianoche, de pasada de copas, de post carrete, de tarde de fin de semana de verano. Hasta que se acabó. No estoy segura porqué, sólo ocurrió. No se nos acabó la calentura, no se nos terminaron las conversadas eternas, ni las ganas de vernos... simplemente de un día para otro no nos llamamos más y tirar en el piso de su living ya no era un tema.

Luego vino un ex... tuvimos una corta y extraña relación que derivó en salidas a moteles una vez a la semana. Pagábamos la pieza a medias y comprábamos la Escudo a medias (Escudo debería hacernos publicidad después de todas las menciones). Debo decir que él me enseñó ciertos placeres que no creía despiertos en mí. Hasta antes de él, sí weón, me costaba llegar al orgasmo, no soy tan intravaginal sino que de clítoris y si no tengo juego previo me quedo eternamente en la calentura. Él me enseñó cómo hay que mover la lengua, el placer de un 69, la dificultad de un buen fellatio (la cosa no es llegar y chupar chiquillas), cómo conocer a tu pareja cuando está llegando al orgasmo, cómo mantenerlo a raya para que el placer dure más, cantar a Calamaro mientras me embestía... Me enseñó que si el tipo ya se fue a la cama contigo es porque lo calentaste: simple. Las trancas las tenemos las mujeres: que el rollo, que la celulitis, que el grano, que bla bla bla... no! la mina que está segura que es la mejor en la cama es la mina más atractiva del mundo.
Qué nos pasó? mmm... se enamoró y no de mí, eso pasó... así es que pasé de tener mucho sexo a 0... pf! mala cosa...

¿Luego? bueno, luego vinieron dos machos que cada uno da para un post entero, así es que no voy a contar nada por ahora, dejémoslos en stand by...

Desde ahí ya estaba virgen por no uso... una será caliente pero selectiva y no me encamo con cualquiera (ah un weón 5 años menor que yo y que me hizo mierda un sábado y domingo, pero nada más porque no tengo alma de cougar). Soy asquienta de repente... me da asco probarme zapatos en una zapatería en verano por miedo a los hongos... imagínense el resto! Bueno, la cosa es que el año pasado tuve un encuentro con alguien, mi touch&go que me servía para tener con quién tirar. Punto. No hay más.

¿Mi problema? que ese touch&go cabalgaba al mismo acompasado que yo en la cama... mala cosa... desde la primera incursión quedé temblereque como por dos semanas: no tirábamos muy seguido pero cada encuentro era tremendamente exquisito... ufff... wenos wenos... y una se acostumbró hasta que la flor se murió jajaja... no, no voy a echarlo al agua y contar qué pasó porque no viene al caso, además una no habla mal de nadie. Viene al caso que estoy sin T&G, sin llamadas moteleras, sin sexo...

Echo de menos las conversaciones cochinas, de esas XXX dignas de película softporn, donde le podía decir exactamente lo que quería que me hiciera sin pudores ni vergüenzas, porque mis dedos y mi boca bailaban al tamborileo asonante de mi entrepierna. Echo de menos decirle a alguien que estoy caliente y que quiero tirar, así no más... porque una de repente anda con la líbido por las nubes y cualquier cacha express es el máximo de los goces. Echo de menos el que podía usar juguetes y wevadas raras sin que se sintiera amenazado, para eso el weón estaba muy seguro que me calentaba más que suficiente... y bueno, sí, mi cara de caliente no me la saca nadie.

Echo de menos millones de cosas... pero sobre todo echo de menos tirar con alguien que me entendiera en el sexo... no tiene que ver con que sea una pareja de años o un simple touch&go, tiene que ver con química. No, no es amor, es deseo, puro deseo, lujuria, calentura... echo de menos que me deseen y desear, recíprocamente... de uno a uno... como iguales... como pares... Entender qué es ser par y tener interminables conversaciones de la vida entre performance...

No, no busco candidato porque, como en el amor, la química se da y no se busca, no se hace casting para ello... es ridículo y con el mal ojo que me caracteriza de seguro no le achuntaría y me tocaría un tipo de herramienta flaca... así es que ahora esperamos pacientemente que se dé de forma natural, como las grandes y buenas cosas de la vida.


#LasPerversas