sábado, 23 de julio de 2011

Una Relación Perversa

          En la época en que messenger era el principal medio de comunicación virtual, conocí a una chica algo extraña que estaba absolutamente obsesionada con su ex novio. Habían terminado hacía más de un año, pero ella seguía buscándolo a pesar de haber iniciado una nueva relación. En una de sus últimas conversaciones él le dijo que estaba saliendo con alguien y ella quería saber si era cierto o si se trataba sólo de una estrategia para alejarla definitivamente. Fue entonces cuando ideamos el peor plan que se nos pudo ocurrir.

    Yo lo agregué a mis contactos durante la tarde y alrededor de las 9 de la noche comenzamos a chatear . El tipo era muy interesante y aprovechando que  nos gustaba la misma música iniciamos un juego que se extendió hasta las cinco de la mañana. Luego de eso, no dejamos de comunicarnos en forma virtual y telefónica hasta que nos conocimos personalmente un miércoles a la hora justa para compartir un almuerzo.

    Cuando lo vi, me pareció demasiado corriente y mal vestido; además, usaba el pelo rapado desde que en el trabajo lo obligaron a dejar atrás su pasado rockero y le quedaba pésimo. Definitivamente no era atractivo ni era mi tipo, pero no podía olvidar lo mucho que me atraían las ciberconversaciones, ni podía dejar de mirar y fantasear con sus manos de guitarrista experto.

    Desde ahí todo sucedió muy rápido. El jueves me invitó a almorzar fuera de la ciudad y el viernes nos vimos en un carrete con mis amigas, al final del cual ofreció llevarme a mi casa. Antes de llegar le dije “detén el auto, quiero conversar contigo”, a lo que cómplicemente accedió. Ni siquiera recuerdo qué hablamos, pero en algún momento mientras sonaba “Blues” de Rata Blanca comenzamos a besarnos apasionadamente, como si la mecha de un explosivo se hubiera encendido. Inmediatamente sus manos comenzaron a moverse delicadamente bajo mi camisa, deteniéndose en mi cintura y mi pecho...me tenía a mil...él estaba peor...No podíamos dejar de besarnos, de tocarnos, de sentir esa fuerza con la que el uno se aferraba al otro...

    Las semanas siguientes fueron de largas sesiones de besos apasionados, hasta que en algún momento de excitación irresistible decidimos irnos a un motel y tirar por primera vez. Al principio no sabíamos bien qué hacer, pero la atracción que había entre nosotros era fulminante y a los besos y caricias irrespetuosas le siguieron días interminables de sexo animalmente salvaje. Afortunadamente, tanto él como yo podíamos disponer de nuestro tiempo. Cada mañana me recogía cerca de mi casa y me dejaba en mi oficina mientras él iba a la suya, yo organizaba el día y esperaba que pasara a buscarme para irnos a su departamento.

    Apenas entrábamos solía tomarme del pelo e hincarme frente a él para que lamiera su pene erecto hasta que acababa sobre mí. No hubo rincón de ese departamento en que no sexeáramos. Ni hubo fantasía que no realizáramos. Mientras, yo le decía cómo vestirse, cómo hablar, cómo enfrentar a las personas, lo obligué a dejarse crecer el pelo y le regalé cremas para la cara, para las manos, para el pelo y para el cuerpo. Quería que estuviera como yo deseara, era mi juguete: lo hacía a mi manera y me satisfacía sexualmente.  Al cabo de unos meses se había transformado en un hombre exquisito, muy distinto del que conocí esa tarde de miércoles.

    Por mi parte, luego de esos días cargados de sexo llegaba a mi casa y tiraba con el hombre con el que vivía en ese momento. Dicen que la lujuria llama a la lujuria. Él me atendía y regaloneaba pensando que yo había trabajado toda la jornada, sin saber que habían sido otras manos las que habían recorrido generosamente ese cuerpo que él creía propio. Era el paraíso, dos buenos amantes y buen sexo muchas veces al día. Cada uno tenía lo suyo, pero lo cierto es que eran muy parecidos...hasta el nombre tenían igual (así no me equivoco pensé).

      Luego de un tiempo me aburrí de que me fuera a buscar y a dejar a todos los lugares, además, me cambié a un trabajo de esos en que una marca la entrada y la salida, así que nuestras posibilidades de sexear se redujeron. Fue cuando conocí el sexo virtual y el sexo telefónico, que aunque me hacían orgasmear, no era lo mismo. Le dije que ya no quería más y él se obsesionó: un fin de semana apagué mi teléfono y cuando lo encendí el lunes tenía 72 llamadas perdidas. Llamadas que continuaron aumentando según transcurría la mañana. A mediodía se apareció en mi trabajo y me obligó a conversar con él, lucía demacrado. Me dijo que estaba saliendo con otra mujer y que ya no me quería; que ella era una rubia hermosa con la que siempre quiso pololear y que aprovechó la oportunidad que le otorgó su cambio de imagen.

      Me confesó que seguía perfumando su almohada cada noche con mi olor para soñar que estaba conmigo, pero que esperaba romper pronto esa costumbre. Me dijo que le dolía mucho entrar a su departamento porque en cada rincón habían recuerdos míos y que seguramente se cambiaría al de su nueva mujer. Me odiaba, a esa altura de la vida me odiaba y deseaba que el  infierno se abriera para recibirme.

    Cuando se fue me quedé un poco triste, un poco herida en el ego porque sabía que andaba desde antes con esa mujer y sentí que ella había ganado, aunque fui yo quien no quiso continuar. Sin embargo, el mensaje “te extraño, le regalé tu perfume. Necesito cerrar los ojos y sentir que eres tú” me devolvió mi condición de Perversa.


2 comentarios:

  1. Me gusta lo prohibido, aunque confieso que jamás he tenido nada con alguien que no sea mi pareja. Algunas veces me he sentido atraído por alguien ajeno a mi relación "oficial" en curso, pero jamás he concretado nada.

    Me gustó eso de que un hombre desaliñado y de aspecto corriente pueda llegar a ser la pareja sexual de mujer tan perversa. Justamente porque yo soy un tipo de hombre totalmente reconcentrado en mi trabajo y mis metas personales, y no tengo tiempo para cremas ni para afeitadas diarias ni comprarme ropa bonita. No siento ni el menor interés por estas cosas, lo que en algún momento tendré que cambiar si quiero encontrar pareja. Aunque ni eso me interesa demasiado por ahora. Hasta el último átomo de mi energía está concentrado en proyectos de tipo no sexual.

    ¡Eso! Interesante e intenso post. La parte más grata es, por supuesto, la del sexo ora. :)

    Saludos.

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  2. Dios las cría y la perversión honesta y descarada las junta, un abrazo, caímos del mismo árbol ...

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